China Casares: «He pintado lo que me salió del alma y sabiendo muy bien lo que hacía»

Ramón Loureiro Calvo
ramón loureiro FERROL / LA VOZ

FERROL

KIKO DELGADO

Afirma que «el arte no precisa de aplausos», porque «existe por sí mismo»

02 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

China Casares ha sido, durante décadas, una referencia obligada en el mundo del arte naíf, tanto dentro como fuera de Galicia. Sus cuadros, comercializados a través de la prestigiosa galería Arboreda, forman parte de algunas de las más selectas colecciones españolas, y han entusiasmado -y, de hecho, siguen entusiasmando- a quienes aman una manera de pintar, repleta de candidez, de color y de poesía, que despierta tanta veneración entre un sector del público como indiferencia en otro. Cosa que a ella -la división de opiniones que despierta la estética naíf, entiéndasenos- jamás le ha importado en exceso. «Siempre he pintado lo que me salió del alma -dice China- y sabiendo muy bien lo que hacía».

-¿Por qué ahora, cuando se refiere a su pintura, habla siempre en pasado...?

-Pues mire, porque yo ahora ya no soy la artista que fui en otro tiempo, ni tengo interés alguno en serlo de nuevo. La vida pasa. Jamás se detiene...

-¿Y qué ha cambiado?

-Ha cambiado todo lo que nos rodeaba. La pandemia que hoy se cierne sobre nuestras ciudades, y que todo lo envuelve, ha convertido nuestro mundo en algo muy distinto. No es que yo haya dejado de pintar. De hecho, sigo pintando constantemente. Pero la verdad es que ahora pinto muy poco, y hoy no sería capaz de pintar un cuadro de gran formato. Me faltarían fuerzas. Eso ha quedado atrás para siempre.

-Me sorprende oírle decir eso.

-Sé que sorprende a mucha gente. Siempre he transmitido una imagen de vitalidad, e incluso de capacidad para superar cualquier circunstancia adversa, por muy dolorosa que fuese, que quizás se correspondiese con mi yo más íntimo y personal durante un tiempo, pero todo se acaba. Y a mí me han destrozado los momentos más duros del confinamiento. Nunca seré la misma. No puedo serlo, y disculpe que insista tanto en ello. Todo lo que ha sucedido me ha herido de una manera terrible. Me ha destrozado, en primer lugar, ver tanto dolor, tanta muerte, tanta pobreza y tanto miedo a nuestro alrededor. Pero también me ha dejado cicatrices muy profundas verme, no sé cómo decirlo, prisionera en mi propio país, Yo, de mi casa, ni siquiera salí durante mucho tiempo. Hice lo que se nos dijo. Por el bien de toda la sociedad. Pero no soy de hierro. Y si me falta la libertad, me falta el aire.

-¿Por qué ha sido tan reacia a hacer exposiciones?

-Pues verá usted: en primer lugar, porque siempre he tenido una cierta tendencia a dejarlo todo para más adelante, cosa que no siempre es buena; pero en última instancia, si me disculpa la inmodestia, porque no necesitaba exponer. Mis cuadros se han movido muy bien, gracias a Dios, sin necesidad de todo eso. Además yo pienso que el arte, que existe por sí mismo, no precisa de aplausos. Lo importante es mirar lejos.

-¿Y cómo se consigue eso?

-Con mucha fe. Yo, por ejemplo, a la Virgen de Dolores la llevaré en el corazón siempre.