Madrid, Paisaje de La Luz

José Picado DE GUARISNAIS

FERROL

11 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

En Madrid la diosa de La Fama hizo sonar la trompeta de las malas noticias. Toca a zafarrancho de combate contra todas las calamidades que la amenazan. La epidemia vírica es la más urgente, claro, y requiere de una defensa sanitaria para la que no estaba preparada. La caída drástica de la economía y sus desalmadas consecuencias sociales no han hecho más que empezar y tendrán secuelas perceptibles durante años. Pero hay más. La crisis de los políticos partidistas que tienen en Madrid su teatro de operaciones está llevando a la ciudad, la comunidad y a la ciudadanía del Estado a un callejón de incertidumbre, indignación y hartazgo con sus tácticas cortoplacistas. Es el Madrid de la Corte ahora representada por el omnipresente poder de los partidos políticos, sus líderes carentes de dotes y capacidad de liderazgo, sus jefes de gabinete experimentados en márketing de guerrillas y sus politólogos de cabecera fabricantes de recetas a la carta adornadas con fuegos artificiales. El Madrid en el que residen juristas sobre los que pesa más su carga ideológica que los dictámenes ciegos y objetivos de una Justicia que necesita ponerse al día y al servicio de la Democracia. El Madrid de las cloacas, del espionaje chabacano, de las tertulias marrulleras, de la corrupción sin límites. Ese Madrid separatista de unos pocos que hacen el mismo ruido infame que los demás independentistas de otras partes de España. «Madrid es España y para que funcione España tiene que funcionar Madrid», repiten los políticos locales al más puro estilo ultraortodoxo para resaltar la superioridad de «su» capital.

Todos los españoles somos madrileños como todos somos seleccionadores de fútbol. Y cada uno tenemos a nuestro Madrid preferido. El mío, si me permiten que se lo cuente, es el Madrid de la Villa al que admiro mucho más que al de la Corte. Ese que es capaz de hacer eternas las marcas de los pies de Antonio López pintando la Gran Vía. El Madrid de las páginas de Galdós, el del Jardín Botánico, el que atesora la carta de Juan de la Cosa en uno de los mejores Museos Navales del mundo. Ese Madrid ateneísta, académico, tertuliano y cafetero, que conserva en el Café Gijón la huella de todas las ideologías impregnada por los artistas, escritores, periodistas y bohemios de todas las Españas. El Madrid de la Biblioteca Nacional, de las terrazas de la plaza de Santa Ana, del Barrio de las Letras y el jardín de la casa de Lope de Vega. El Madrid del Paseo del Prado y Buen Retiro, paisaje de las Artes y las Ciencias, que así se presenta a su reconocimiento como patrimonio mundial por la UNESCO, y al que desde ahora, de modo más coloquial, conoceremos como el Madrid del Paisaje de la Luz. Ese es mi Madrid.