«La del covid-19 es una guerra bacteriológica perfecta»

Bea Abelairas
B. ABELAIRAS FERROL / LA VOZ

FERROL

JOSE PARDO

El jefe de Infecciosas del CHUAC impartió una charla en la Cátedra Jorge Juan

02 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El médico responsable de la unidad de enfermedades infecciosas del CHUAC, Enrique Míguez, habló de la pandemia y de la situación de Galicia en la conferencia de la Cátedra Jorge Juan que se celebró el pasado miércoles. Míguez está en la primera línea en la lucha contra el coronavirus y cuenta con una larga experiencia, ya que, según recordó, atendió al primer enfermo de sida en el hospital de A Coruña cuando era un residente.

En su intervención en el Campus de Ferrol definió la pandemia como una guerra bacteriológica perfecta y se dirigió a los mandos militares presentes en la sala para preguntarles: «¿Qué es mejor? Matar al enemigo o herirle». Este médico coruñés con vinculaciones ferrolanas precisó que hubo cinco entradas de virus en España y que los datos que se filtraban desde China no fueron los exactos, en especial, en cuanto al nivel de contagio. Precisamente la alta transmisión es uno de los quebraderos de cabeza de los responsables médicos que al inicio de la pandemia pasaron momentos muy duros, por cómo se comportaba el virus y por la falta de medios. «Tuve que ir a otras consultas para conseguir bastoncillos para las PCR», reveló Míguez, que también aseguró que los EPIS que usaron los sanitarios médicos eran muy precarios en las primeras etapas de la pandemia.

En cualquier caso, Míguez dio a conocer los esfuerzos que se han realizado para aplanar la curva con la denominada técnica del martillo sobre la que asegura que la que se aplicó en España ha sido la más dura de Europa, aunque no siempre se pueden comparar las situaciones de cada país porque cada zona tiene unas peculiaridades diferentes. Las diferencias culturales marcan las relaciones sociales y por eso en algunos países nórdicos se han podido controlar mejor las transmisiones, aunque en el caso de Alemania (modelo que el responsable del CHUAC citó en varias ocasiones) las autoridades se adelantaron a la hora de dotar de más recursos a la sanidad para diagnosticar los casos.

Míguez tuvo un recuerdo para las víctimas del coronavirus que no salen en las estadísticas, como las personas a las que se les ha diagnosticado tarde un cáncer o aquellos que acudieron tarde a Urgencias por miedo a pesar de sufrir un ictus o un ataque al corazón.

También habló de la entrada del virus por los aeropuertos (en especial el de Oporto que generó casos en Galicia); de la cantidad ingente de rastreadores que se necesitarían y de que en muchas ocasiones los infectados mienten a las autoridades sanitarias o no guardan el confinamiento como debieran: «El brote más importante de A Coruña, una persona contagió a 55 y fue un vecino el que lo denunció cuando lo vio saliendo a pasear», explicó un médico que restó importancia a la obsesión por limpiar superficies o tomar la temperatura en la entrada a los edificios públicos. «No se ha descrito ningún contagio por tocar cosas que otra persona ha manipulado, si así fuese en el hospital estaríamos muertos porque cinco médicos compartimos ordenador muchas veces, lo importante es la distancia social, el uso de la mascarilla y el lavado de manos cinco veces al menos al día -recalcó-. En cuanto a la medida de fiebre, se escapa la mitad de los casos, tampoco es efectiva». Míguez remató la charla con un repaso a la efectividad de las pruebas para detectar el covid: «A veces es como echar una moneda al aire».