El banco de Loiba, a prueba de virus

ANA F. CUBA ORTIGUEIRA / LA VOZ

FERROL

JOSE PARDO

Los vecinos eran los únicos que se acercaban al mirador de O Coitelo durante el confinamiento, pero estos días se han reanudado las visitas, aún a cuentagotas

06 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El mejor banco del mundo es el señuelo, pero el idilio es con la costa de Loiba. La soledad de las semanas de confinamiento le ha sentado bien. «Foi coma volver a outro tempo, cando non había este bum», comentaba estos días un vecino, de los pocos que se acercaron al mirador de O Coitelo desde que se decretó el estado de alarma hasta que comenzó la desescalada. Rafael Prieto Vidal apenas falló. Cuenta que durante la reclusión, aparte del trabajo en el taller, escaso, se dedicó a desbrozar en el monte, y de vuelta se detenía al pie del banco que él mismo colocó hace 11 años.

«Compré pintura y llamé al Ayuntamiento y pregunté a la Guardia Civil si podía ir a pintarlo y adecentarlo un poco, pero me dijeron que no. Ahora estoy esperando para ir, ya tengo la lija lista. También le doy un aceite a los pies para que se mantengan y no se pudran. Me gusta cuidarlo», explica. Durante la reclusión no dejó de vigilar si alguien tiraba basura por el acantilado -«aparecen botellas de plástico, hasta un cierre de alambre; no se explica, teniendo un contenedor»-, ni de hacer fotos. «Siempre viaja la cámara conmigo».

Pilar y Eva se escaparon esta semana para recorrer el litoral de Loiba. Pilar nació en Espiñarcao (Abadín), vive en Milladoiro y decidió visitar a su amiga Eva, lucense, «de Orbazai», profesora en el IES de Ortigueira que pasó el confinamiento en Couzadoiro, donde reside, al menos durante este curso. Las dos confiesan su idilio con la comarca de Ortegal. «Aquí, a natureza atrápame, cautiva, é flipante», reconoce Eva. «Como xa estivera no cabo Ortegal e na serra da Capelada, isto xa non me sorprende, vin para recordar como era, esta é a Irlanda galega», apunta Pilar, a quien fotografió Eva con el banco al fondo, sin más intención.

Mario, madrileño al que sorprendió el estado de alarma en Santiago, en casa de una amiga, se sentó en el banco, sin más. «Ni lo he pensado». Lleva unos días recorriendo el litoral coruñés en furgoneta, con su perra Macarena. «He viajado mucho al norte, pero esto no lo conocía de nada y estoy alucinando, impresionado. Vengo de Herbeira, que es increíble, y me estoy enamorando de este sitio, tan tranquilo y tan bonito». Otro romance. Ignoraba que se había sentado en el mejor banco del mundo. «He visto otro y he seguido, pero no sabía... Me está encantando la zona».

Una pareja regresa andando hacia el coche, con mascarillas. Es el primer indicio del covid-19. En plena pandemia comenzó la obra de ensanchamiento de la carretera, que algunos rechazan. El proyecto incluye una rotonda y aparcamientos. Dos vecinas se dirigen a O Picón a buen ritmo. Aún falta una hora para el ocaso y Rafael ya prepara el objetivo.