Soy hija de tenderos; de unos ejemplares trabajadores cuyo sueño era que sus hijas pudiesen estudiar lo que su voluntad y sus capacidades les permitiesen. Para conseguirlo trabajaron los dos, de sol a sol. Su memoria es el impulso que orientó mi respeto y mi afecto por los pequeños y medianos autónomos. Son: comerciantes, hosteleros, artesanos, placeros, etc. El colectivo que, con sus empleados, más difícil tiene la superación de esta crisis que los golpea sin piedad y sin la empatía ni el reconocimiento de ciertos políticos que los sitúan en la «casta capitalista de explotadores»…. Son, eso sí, un importante pilar de la economía. Han resistido otras crisis con coraje y la voluntad indomable de sacar adelante sus proyectos y seguir luchando, sin poner otro límite a esta lucha que: poder soportar su coste económico
Comienzan un largo camino de supervivencia. Y quiero acompañarlos con la palabra y los hechos. Porque algo podemos hacer para poner nuestro granito de arena en su granero de la esperanza. Desde las posibilidades de cada uno, abramos una «bolsa de consumo de compromiso social». El consumo es esencial para la recuperación. Y un extra, que podamos permitirnos, un incentivo con valor añadido si, además, uno a uno, lo convertimos en reivindicación colectiva…. Porque la calle no les pertenece… Miles de empleos de las PYMES penden de un hilo y nuestra solidaridad les ayudará a seguir luchando. Apadrinemos a nuestros autónomos con el compromiso de cruzar los umbrales de sus puertas y terrazas, solo entreabiertas. Nos esperan… Porque ellos quieren trabajar…