Selene Lourido, enfermera: «Emociona cuando te toca salir de un domicilio y están en pleno aplauso»

Bea Abelairas
Bea abelairas FERROL / LA VOZ

FERROL

Jose Pardo

Esta enfermera hace los test en el Novoa Santos y dejó la casa familiar para no contagiar a los suyos

26 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando comenzó la crisis del coronavirus, Selene Lourido Gómez formaba parte de los grupos de apoyo que se contratan en el área sanitaria. Fue de las primeras en entrar en el equipo que iba casa por casa tomando muestras a sospechosos de contagio; ahora está en la carpa del Novoa Santos realizando los PCR. Reconoce que ha pasado muchos nervios y emociones en los dos últimos meses: «Ya sabíamos que el virus iba a llegar a Ferrol, yo lo tenía asumido, pero mi madre era la que preguntaba cada poco: ‘¿Y te tiene que tocar a ti?’». Selene tranquilizaba a sus padres y a su abuela con los que vivía en Valdoviño cuando regresaba a casa, pero ahora lo hace por videoconferencia. «Me he mudado a un piso de Narón sola para tomar precauciones, sobre todo por mi abuela», cuenta, pero en seguida repasa las «aventuras» que ha pasado con su compañera de turno: «Desde aguantar granizadas a tener que llamar a la protectora porque un cachorro se nos metió debajo del coche, nos pasan un montón de cosas, pero emociona cuando te toca salir de un domicilio y la gente está en pleno aplauso, hace que todo tenga sentido». Si hay algo que le parece positivo de toda esta crisis es que por fin se valora la labor de las enfermeras. «Espero que no cambie, ahora notas que la gente reconoce el valor de lo que estamos haciendo, ojalá no se olviden», cuenta una profesional de 27 años que confiesa que la toma de PCR es un poco molesta.

«Trato de advertirles de que duele un poco, que es como cuando te entra agua del mar por la nariz, pero hay personas que vienen tan sugestionadas que al final te dicen que no les hizo ningún daño», explica sobre una labor que presta en la carpa que se ha instalado ante el hospital Novoa Santos. Allí está a diario esperando a los conductores, aunque muchas semanas estuvo visitando casas y presenciando los nervios de gente que creía tener el virus. Ni la impaciencia de algunos, ni aprender a toda prisa nuevas técnicas, ni el frío acaban con su ánimo: «Aunque estemos en el exterior tenemos una estufita para los días malos y equipos para protegernos, no es peor que cuando estábamos en la planta de enfermedades infecciosas».