Carlos Casares y su país de palabras

FERROL

RAMON LOUREIRO

El autor de "Vento ferido", un excepcional escritor, fue además un contador de historias en estado puro, un magnífico conversador

19 abr 2021 . Actualizado a las 13:21 h.

Cada año que pasa se hace más grande el vacío que Carlos Casares dejó detrás de sí. Se le echa mucho de menos, muchísimo. Entre otras razones porque, además de escribir maravillosamente, fue un ejemplo de generosidad, un excepcional ser humano. Carlos no vivió para sí mismo, sino para hacer de Galicia un lugar mejor. En su horizonte siempre estuvo el bien común.Por eso, y aunque los años pasen, se le sigue recordando cada día con verdadero afecto. Y su memoria, lejos de desvanecerse, continúa brillando, en nuestro Viejo Reino, en lo alto de una literatura, la gran literatura gallega, cuyas raíces se asientan en el fondo de las edades, y muy particularmente en el tiempo de los trovadores. Es cierto que Casares ya no está, por desgracia, entre nosotros. Pero afortunadamente nos queda su legado. Un legado, construido sobre una prodigiosa capacidad fabuladora y sobre su inmenso corazón, que está hecho, en esencia, de palabras; de esas palabras que no se olvidan jamás.Libros como "Deus sentado nun silón azul" justificarían, por sí mismos, la existencia de toda una literatura. Y también obras como "Vento ferido" y "Os escuros soños de Clío". Lean a Casares, por favor. Cada una de sus páginas es un prodigio, una verdadera delicia. Como lo eran, rambién, sus artículos periodisticos. Y como lo era, por supuesto, escucharlo contar historias en voz alta. Porque Casares también era, entre tantas y tantas cosas, queridos amigos, un formidable conversador.