A Trump le gustaría el palacio municipal

José Picado DE GUARISNAIS

FERROL

01 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

En la revista norteamericana Architectural Record se publicó recientemente el texto de la orden ejecutiva de la Administración Trump titulada Hacer que los edificios federales vuelvan a ser hermosos. De momento no es más que un borrador en el que, en resumen, se propone igualar los valores nacionales -especialmente en arquitectura- con los del estilo Neoclásico. De llevarse a cabo se cumpliría la voluntad de Donald Trump de imponer que la arquitectura pública, federal, en USA sea neoclásica. El soberano (ya lo hicieron emperadores, reyes y dictadores en otras partes del mundo) determina el estilo, las formas, el paradigma uniforme y universal para con sus súbditos, votantes o administrados, que a este presidente lo mismo le da. Y el estilo sería el rescatado en el siglo XVIII sobre los apuntes clásicos, con la vuelta a las líneas simples, equilibradas, simétricas y proporcionadas de la mejor arquitectura griega y romana. Los modelos en los que deberían inspirarse los edificios federales, cita el documento, serían los capitolios de Washington y Richmond, el Banco de Filadelfia, la Villa Monticello de Thomas Jefferson o la biblioteca de Columbia University. Hasta la propia Casa Blanca, ese lugar en el que el presidente norteamericano se dedica a fomentar el racismo, la xenofobia, el machismo y el supremacismo, mientras se deleita con la comida basura y los programas en los canales neoconservadores, según algunos de sus antiguos allegados.

El palacio municipal ferrolano es de inspiración neoclásica. Está en estado lamentable, fue construido en los años 50 con materiales más bien pobres y sus programas de mantenimiento fueron escasos y deficientes. Pero tiene su «aire neoclásico», el que le dieron los arquitectos Nemesio López y Vicente García. Presenta en su fachada columnas, frontón y cúpula, tiene apariencia solemne, escasa ornamentación, simplicidad de líneas y está bien proporcionado a pesar de ocupar (destrozar) una parte importante de una plaza que no estaba llamada a acoger un ayuntamiento. A Donald Trump le gustaría, especialmente por su aspecto grandioso en comparación con la escala de los edificios vecinos.

Lo que no sabe el poco leído Trump es lo que significó el neoclasicismo dentro del siglo XVIII ni los valores de libertad, progreso, expresión y secularización en los que se desenvolvió el Siglo de las Luces. El Instituto Americano de Arquitectos está tratando de explicarle que la imposición de un estilo determinado es contraria a los valores democráticos, al desarrollo de otras formas de expresar el arte y la técnica, de otros estilos arquitectónicos tan válidos como los que sustentan el neoclasicismo. En ello están.