Los okupas se atrincheran en Recimil por el parón de los desahucios

FERROL

JOSE PARDO

Aunque algunas entradas se logran evitar in situ, siguen creciendo los residentes ilegales

15 jun 2021 . Actualizado a las 16:57 h.

El actual gobierno de Ferrol aun no instó ningún lanzamiento judicial en las viviendas municipales del barrio de Recimil, en las que se siguen produciendo ocupaciones. Algunas logran evitarse, como ocurrió hace unas semanas en un piso de los bloques de la calle Narón que están en proceso de rehabilitación, gracias al aviso de los propios obreros, o cuando los okupas son sorprendidos en plena faena de mudanza. Y es que, cuando ya están asentados, la vía judicial es el único recurso que le queda al Concello, como propietario de las casas, para promover el desahucio.

La Policía Local tiene constancia de al menos un nuevo piso ocupado este mismo mes de enero, pero los vecinos aseguran que hubo más y que la lista de okupas en el barrio se ha ido incrementado de forma considerable el año pasado, sin que se produjeran lanzamientos.

Desde el Concello se indica que el parón es algo casual y que no existe ninguna directriz diferente a lo que ya había sobre las ocupaciones en el barrio de Recimil.

Seguridad jurídica

El alcalde, Ángel Mato, y la concejala de Patrimonio, María Teresa Deus, apuestan por retomar la regularización del censo para poder intervenir en casos de ocupaciones y garantizar la seguridad y la conveniencia en la zona, «sempre respectando os dereitos de todas as persoas, e actuando con seguridade xurídica. El regidor reconoce que los mecanismos para evitar las ocupaciones son limitados, por lo que encontrar una solución definitiva «levará tempo».

Lo que sí continúa haciendo el Concello de Ferrol es volver a tapiar puertas que ya lo estaban y que, como paso previo a una nueva entrada, alguien había echado abajo. Ocurrió hace unos 15 días en un edificio de la calle Betanzos, en el que se cerraron con hormigón las puertas y ventanas de dos pisos contiguos, y también en otro bloque de la calle As Pontes.

Según Isabel Riveiro, secretaria de la asociación de vecinos Recimil, de reciente constitución y que todavía está a la espera de que el Concello les conceda un local, la situación en el barrio es muy preocupante. «Los okupas están controlando constantemente y si se enteran de que murió alguien ya intentan tomar posesión de la vivienda», señala, añadiendo que antes de las Navidades también «tiraron abajo los ladrillos de tres o cuatro pisos que estaban tapiados y hace unos días hicieron lo mismo en otros». Esta vecina asegura que «se está metiendo gente por la cara», ocupando unas viviendas que tendrían que ser entregadas a las personas que están en la lista de espera y añade que no tiene conocimiento de que se haya realizado ninguna adjudicación desde hace mucho tiempo.

En opinión de Isabel Riveiro, lo que tendría que hacer el Concello de Ferrol es «casa vacía, casa entregada y así se evitarían todos estos jaleos».

 Las zonas más conflictivas

La consecuencia directa de las ocupaciones es la conflictividad que se registra en el barrio y que los vecinos localizan, principalmente, en las calles Cedeira, Ares y As Pontes. Según explica Isabel Riveiro, «hay mucha droga y jaleos constantes, con broncas casi todos los días, a veces entre ellos mismos, y eso no lo queremos». Y añade que «hay zonas en las que no dejan vivir en paz y la gente mayor tiene miedo».

La asociación de vecinos Recimil ya mantuvo una reunión con el concejal de Seguridad, Germán Costoya, para hacerle llegar la situación de inseguridad del barrio, y tienen previsto solicitar un nuevo encuentro.

Isabel Riveiro apunta que el alcalde, Ángel Mato, también estuvo en el barrio a principios de diciembre «y ya le indicamos las zonas más complicadas».

Llaves de mano en mano

Los lanzamientos judiciales tampoco son garantía de que el Concello pueda recuperar las viviendas ocupadas de Recimil. Y es que algunos desahucios no pueden ejecutarse, porque los moradores denunciados ya no están en el piso, pero hay otros, contra los que hay que iniciar de nuevo el procedimiento. Se debe a que las llaves de los pisos pasan de mano en mano, con lo que los okupas logran burlar las órdenes de desalojo de los juzgados y, en consecuencia, la pretensión municipal de recuperar las viviendas ocupadas.