... de España, sin complejos

Nona Inés Vilariño MI BITÁCORA

FERROL

21 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El intento de eliminar el nombre de España de la plaza que hoy lo lleva es una propuesta de algunos iluminados cuya obsesión por atacar símbolos y tradiciones no conoce límites. Y ahora le ha tocado a España, que es tierra en la que se alimentan nuestras raíces, solar que ha recibido en su historia sangre, sudor y lágrimas de sus hijos, que sufrieron guerras, atentados, persecución etc. Su ser es fruto de errores y aciertos, con luces y sombras, como tantos países del mundo. Pero en la España de hoy cabemos todos, incluso los que no compartan el proyecto común, que, por cierto, podrán cambiar si tienen el respaldo necesario. Esta fechoría va directa al corazón, pero tiene daños colaterales. Y, por dignidad, habría que reprobarla colectivamente. Presentar al profesor Carvallo Calero como moneda de trueque con el nombre de España es indignante. Don Ricardo no merece ni el fondo ni la forma de ese debate. Su nombre debe ser opción de consenso, defendida con palabras que dibujen su figura como lo que fue: un hombre noble y respetado, que jamás querría abrir heridas como esta en el alma de una ciudad que lo considera uno de sus hijos predilectos. Eliminar de una plaza pública el nombre de España, plural y vieja nación, que es un proyecto común de todos y para todos; tirar a la chatarra esa placa es algo que quiere usarse como afilado «cuchillo», que enseñan para helarnos el corazón…

Alcemos las manos y la voz para sujetar esa placa y abrazar el nombre de España, que es patria común de un pueblo viejo y sabio. Nuestro silencio será vergonzosa complicidad.