Marionetas

José Varela FAÍSCAS

FERROL

11 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

En el ensayo El enemigo conoce el sistema, editado este verano por Debate, Marta Peirano nos abre la puerta al desván de los horrores de las multinacionales de la comunicación. La sala de máquinas de una omnipresente telaraña inalámbrica donde se cocina la infinita cantidad de información que obtienen de nosotros a través de las terminales de telefonía, hasta el punto que, tras el conveniente proceso culinario, saben más de nuestros hábitos, de nuestras intenciones, de nuestros miedos y filias, de nuestro presente y de nuestro pasado que nosotros mismos. Es la magia de los algoritmos que digieren los datos que les facilitamos. De entre las numerosísimas anécdotas que cuenta Peirano, alguna, espeluznante, recuerdo una que hace referencia a una manifestación popular celebrada en enero de 2014 en Ucrania, contra la política del presidente Yanukóvich. Todos los manifestantes recibieron en su teléfono móvil un mensaje advirtiéndoles que habían sido registrados como participantes en un disturbio masivo. Cada uno había sido identificado a través de la tarjeta SIM de su móvil. Un juego de niños para las tecnológicas. Alguna alma cándida pensará que eso solo sucede en Ucrania. Las escuchas, el comercio con paquetes de datos de interés económico, político, social, la permanente intrusión en la intimidad de millones de personas anónimas hace que las malolientes artimañas del comisario Villarejo parezcan una aventura de Mortadelo y Filemón. Como forma parte del juego, nunca llegaré a saber si este artefacto alcanzará un día tal grado de perfección que se bastará a sí mismo y no precisará de las marionetas. Bien pensado, tampoco me valdría de mucho, la verdad.