Cariño brilla con la procesión marítima y la danza de arcos

A. CUBA CARIÑO / LA VOZ

FERROL

I. F.

El barco Pedriñablanca portó la imagen de la Virxe do Carme

17 jul 2019 . Actualizado a las 17:21 h.

Los cariñeses se acercaron ayer al muelle, orgullosos de su espíritu marinero, para aclamar a la Virgen del Carmen. Cariño brilló en una mañana de sol, nubes y calor intenso, mitigado por el nordeste a pie de muelle. Allí se congregaron los vecinos y algún visitante, sorprendido por lo que estaba ocurriendo. La Banda de Gaitas de San Xiao do Trebo ejerció de telonera de la Danza de Arcos, el grupo de bailarines de la cofradía de pescadores, que organiza las fiestas del Carmen.

Los danzantes, vestidos de blanco, deleitaron al público con su coreografía, trazando filigranas en el aire con los arcos de colores. Antes y después de la procesión. La Xove Banda de Narón siguió a la imagen desde la nave donde se ofició la misa hasta el muelle. Allí se concentró el público, pendiente de cada detalle en el traslado de la Virgen del Carmen hasta el pesquero Pedriñablanca. Medio centenar de embarcaciones, profesionales y deportivas, desfilaron hasta más allá del cabo, el lugar de A Cova, donde se lanzaron coronas de flores en memoria de los náufragos.

Muchos siguieron la travesía desde el cabo Ortegal. Junto a la lonja, Manuel y Toñito, marineros jubilados, observaban la estela de las lanchas. «Xa cos barcos de vapor se facía procesión, acórdoa sempre, antes era por aquí, non se ía fóra», comentan. Toñito se enroló a los 11 años, acabó en tierra y ahora ha regresado al mar. «Sigo indo ás veces aos calamares». Su amigo prometió, al retirarse, que no volvería. «E cumprino». Trabajaron en la bajura y en el pincho. «Xa me tocou ir para Francia... Daquela había unha flota grande e moitas fábricas, non queda nada», añoran.

A Manuel nunca le gustó ir a bordo en la procesión: «Era a hora dos chiquitos». De fondo resuenan las bocinas de los barcos. «Aquí teñen vido trinta e corenta camións de sardiña de Caión, Malpica e Camariñas, para as fábricas. Viña o bocarte de todo o norte para a salazón e os vigueses traían a palometa. Vías saír ás mulleres das fábricas coma se fora en Bazán e había vinte tarrafas, con vinte e seis homes por barco», narran. «Había un banco e as mulleres sentábanse cos paxes a vender mazás aos mariñeiros que saían ao mar...».

Pronto volverán a oírse las bocinas. Y la danza de arcos. «Vívese moito, os de aquí ensináronllela en Pontedeume e Camariñas», aclaran Manuel y Toñito.

«Aquí houbo unha flota grande e moitas fábricas, vías saír ás mulleres coma se fora en Bazán»