«En 'Son' he querido mostrar el lado femenino de los hombres»

FERROL

JOERG LETZ

El bailarín y coreógrafo Jaime Pablo Díaz presenta este viernes en el Jofre el último montaje de su compañía, Nova Galega de Danza

28 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Viernes / Teatro Jofre /  21.00 horas /15 euros

Ha cumplido ya 50 años, pero sobre el escenario sigue brillando como siempre. O incluso más. «A esta edad el cuerpo me empieza a pedir descanso, lo reconozco, pero de momento no se lo voy a dar: puede que ahora ya no salte tanto como antes, pero siento que me expreso mejor», comenta el bailarín Jaime Pablo Díaz (Ferrol, 1968), director de Nova Galega de Danza. Junto a la «troupe» de bailarines de su compañía, y tras varios años de ausencia, este viernes volverá a pisar las tablas del Jofre para presentar «Son».

 -¿Pesa más la responsabilidad cuando se juega en casa?

-En mi caso la responsabilidad pesa siempre, porque, aunque llevo ya muchos años bailando, cuando llega la hora de salir al escenario me sigo poniendo tan nervioso como el primer día. Da igual que sea un teatro pequeño o un gran auditorio. Pero lo que sí que es cierto es que me hace muchísima ilusión poder actuar en Ferrol, porque es mi ciudad y porque le tengo mucho cariño al Jofre.

-¿Qué nos cuenta «Son»?

-En este espectáculo hemos querido ahondar en lo que supone el proceso creativo del artista, en este caso de un escultor: los miedos a los que se enfrenta, de dónde le viene la inspiración, cómo la obra a veces cobra vida y guía el camino... Y para contar todo esto hemos optado por una apuesta arriesgada, en la que mezclamos danza tradicional gallega, danza contemporáneo y flamenco.

-A priori parece una mezcla extraña...

-En este espectáculo hemos trabajado tres coreográfos (el propio Jaime Pablo Díaz, Carmelo Segura y Carlos Rodríguez) y aunque al principio nos costó mucho encontrar algo que conectase la tradición gallega con el flamenco y el contemporáneo, al final, retirando capas y capas como si fuese una cebolla y yendo a la esencia de esas danzas, lo conseguimos. En la raíz de cada un de ellas encontramos el nexo de unión. 

-Además de esta fusión de estilos, en «Son» también llama la atención que en el elenco no hay ni una sola bailarina.

-La idea de crear un espectáculo solo de hombres fue algo que un día me vino a la cabeza y quise llevar a cabo desde ese mismo momento. En «Son» he querido mostrar el lado sensible y femenino de los hombres, porque es una parte que muchas veces permanece oculta y no siempre queremos mostrar a los demás. A veces parece que por ser hombre tienes que más duro, menos creativo y sensible, y eso no me gusta, porque, ante todo, somos personas.

-¿Tal vez eso tal vez sigue habiendo más niños que niñas en las clases de ballet?

-Eso sin duda es así. Mientras a las niñas las eduquemos en el rosa y a los niños en el azul, todo seguirá igual. Cuando ya no hagamos esas distinciones y todo se normalice, tal vez empecemos a ver a más niños en ballet y a más niñas jugando al fútbol.

-¿Usted lo tuvo difícil de niño?

-La verdad es que mis padres al principio no lo llevaron muy bien, sobre todo mi padre. A los seis años ya no le hizo gracia que me apuntase a danza gallega y cuando los dieciséis le dije que me habían seleccionado para ingresar en el Ballet Rey de Viana todavía se lo tomó peor. Al final lo aceptó y cuando me vio bailando sobre el escenario con mi compañía se llevó una gran alegría, porque me vio feliz y fue maravilloso. Los padres a veces se preocupan mucho por el futuro de sus hijos, por si tendrán un trabajo o no, pero yo creo que lo primero por lo que deberían preocuparse es por fomentar la vocación del niño y apoyarlo en aquello que de verdad le hace feliz.