Un club de mujeres «bravas» en Canido

beatriz antón FERROL / LA VOZ

FERROL

CESAR TOIMIL

Todos los miércoles se reúnen en el centro cívico y, sin quererlo ni proponérselo, están recuperando la memoria del barrio

19 feb 2019 . Actualizado a las 11:14 h.

Son las seis de la tarde de un miércoles de febrero y, en la calle Poeta Pérez Parallé, se escucha el eco de un estribillo rescatado del pasado: «Fun onte a Canido/ mañá volverei / falares coa moza / que me namorei...». Los cánticos proceden de la cafetería del centro cívico de Canido y, al abrir la puerta, una se topa con el coro de voces que las entonan. En torno a una mesa repleta de cafés y larpeiradas, ahí están Chitola, Tita, Tere, las dos Marujas (Maru S. y Maru F.), las hermanas Carolina, Ángeles y Lola Landeira, Julia, Marisol y también Mari Carmen y su hija. No están todas las que son (hoy falta Virucha y alguna más), pero las que acuden a la cita semanal no tienen reparo en contar su historia.

Todo comenzó hace ya dos años, cuando algunas de ellas se empezaron a reunir para dar ánimos a otras tres que andaban algo «pachuchas», y lo que comenzó como una pequeña tertulia entre amigas terminó por convertido en una especie de club social al que poco a poco se han ido incorporando más mujeres, casi todas de entre setenta y ochenta años de edad. El presidente de la asociación de vecinos, Roberto Taboada, se refiere a ellas como las mujeres «bravas» de Canido, porque «todas teñen moito poderío» y, además, no temen decir las cosas tal y como las sienten.

Pero, ¿a qué dedica su tiempo esta liga femenina en sus reuniones semanales de los miércoles? «¡Uy! Pues aquí hacemos de todo: jugamos al cinquillo y a la brisca, nos reímos, merendamos, cantamos canciones de nuestra infancia (como ese Fun onte a Canido del letrista y poeta Pérez Parallé), recuperamos refranes de antes y recordamos costumbres antiguas del barrio», comenta Maru S. con una sonrisa.

Y es que, sin casi quererlo ni proponérselo, este grupo de mujeres que transitan ya por la edad dorada están recuperando la memoria colectiva del barrio a través de sus recuerdos. «A xente maior é a que mellor nos pode falar da historia do barrio e do seu pasado e próximamente un grupo de alumnos dun curso de dinamización sociocomunitaria virán aquí para falar con elas e recoller todas esos recordos nun traballo», anuncia Taboada.

A esos alumnos las «chicas de oro», como dice Maru S., tendrán muchas cosas que contarles, porque todas ellas guardan en la memoria un sinfín de recuerdos del Canido que alumbró su infancia y juventud. «Este siempre fue un barrio muy familiar, un barrio de puertas abiertas y niños jugando en la calle», apunta Tita. A su lado, Maru S. recuerda que, aunque aún hoy existen muchas huertas en Canido, hace años todavía había más, y «por eso la gente de la aldea que venía a asentarse a Ferrol, procedente de lugares como Serantes o Monfero, elegía este barrio para vivir».

Maru F. recuerda con especial cariño las excursiones que hacían antaño las familias del barrio al albergue de Esmelle -construido con aportaciones de los vecinos-, los bailes en el local de la Sociedad Recreativa de Canido, la calidad humana del párroco Gabriel Vázquez Seijas o los orígenes del Toldo de la Tahona, la popular comida que se celebra por los Maios con platos preparados por los propios residentes en el barrio. Y Lola y las demás también guardan en su memoria, casi como un tesoro, el recuerdo de centros fabriles ya desaparecidos, como la Fenya o las fábricas de harinas y lápices que en el pasado funcionaron allí.

El tiempo ha pasado, pero estas mujeres auténticas siguen demostrando la misma pasión por ese barrio «luminoso y bonito», como dice Julia, que es Canido. Y en su flamante centro cívico han encontrado el refugio perfecto para seguir tejiendo la historia del barrio y, ya de paso, sacudirse la melancolía. «Estas reuniones son muy terapéuticas, porque, además de ejercitar la memoria, ellas lo pasan muy bien y aquí se ríen muchísimo», cuenta la hija de Mari Carmen.

Buena parte de esas carcajadas se deben a una versión del popular juego «beso, verdad o consecuencia», que ellas han cambiado por «chiste, canción o refrán». «Cuando tiramos el dado y toca chiste ya nos frotamos las manos, porque aquí hay algunas que son muy pícaras», advierte Lola. Pícaras, sí. Y también, como dice Roberto Taboada, «bravas» y con mucho «poderío».