Durante las expediciones de los portugueses alrededor de las Azores a comienzos del siglo XV, se descubrió una zona del Océano atlántico en la que abundaban poblaciones extensas de macroalgas flotando en el agua. A estas algas, que forman grandes conjuntos enmarañados y se mantienen a flote por medio de vejigas llenas de gas, las llamaron Sargaço debido al parecido entre esas vejigas de gas y racimos de uvas de una variedad denominada salgazo, de donde deriva el nombre actual del mar; aunque los primeros que lo atravesaron completamente fueron los españoles con las expediciones de Cristóbal Colón que se dirigieron al Nuevo Mundo.
El Mar de los Sargazos es una región única del planeta, pues se trata del único mar que no tiene costa, salvo la de las Islas Bermudas, y además contiene unas características biológicas que lo hacen muy particular. Las corrientes que lo circundan determinan un sistema de aguas superficiales relativamente cálidas que se mueven muy lentamente en el sentido de las agujas del reloj, sobre las aguas más profundas del océano, mucho más frías y densas. Por esta razón, en las regiones superiores del mar apenas existe vida animal, y carecería de interés biológico si no fuera por el alga que le da el nombre.