Tras las huellas del Titanic ferrolano

FERROL

Bartolomé Cánovas, junto a la reproducción de la fragata que se puede en el Museo Naval junto a los restos que se rescataron del pecio
Bartolomé Cánovas, junto a la reproducción de la fragata que se puede en el Museo Naval junto a los restos que se rescataron del pecio cesar toimil

Bartolomé Cánovas, director del Museo Naval, saca a la luz un libro sobre la tragedia de la fragata «Magdalena»

30 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Jueves, 31 / Museo Naval (antiguo penal de San Campio) / 19.30 horas / entrada libre.

El capitán de navío Bartolomé Cánovas (Cartagena, 1955) siempre sintió mucha curiosidad por la historia de la fragata Santa María Magdalena, a la que una terrible tempestad hundió frente a las costas de Viveiro en un fatídico día de noviembre de 1810, pero ese interés se tornó en verdadera fascinación hace cinco años, cuando asumió la dirección del Museo Naval de Ferrol. Allí, entre sus muros, se custodian algunos de los restos más valiosos del famoso buque botado en las gradas de Esteiro en 1773 -desde munición hasta el uniforme de un oficial, pasando por diferentes armas y todo tipo de menaje- y, tras contemplarlos asombrados, muchos visitantes se presentaban ante Cánovas con una petición recurrente: «¿Dónde podemos encontrar un libro sobre la fragata?».

Ante la inexistencia de una obra dedicada de forma monográfica a la historia de la Magdalena, el director del Museo de Naval optó por escribirla él mismo. Y el resultado de ese esfuerzo se podrá comprobar este mismo jueves en el antiguo penal de San Campio, donde Cánovas presentará su libro Fragata Magdalena: gentes de mar y de guerra.

El volumen ha sido editado por Bita, la tienda del Museo Naval, y su presentación en sociedad coincidirá con la inauguración de una exposición de pintura de José Luis Neira Brochs sobre la tragedia marítima de la Magdalena, cuyo hundimiento compara el autor del prólogo del libro, el vicealmirante Andrés Amable Breijo, «con la desgracia del Titanic». Aunque no se perdieron tantas vidas como en aquella célebre catástrofe -en Viveiro perecieron 550 personas, mientras que en las gélidas aguas en las que zozobró el trasatlántico británico perdieron la vida más de mil-, el hundimiento de la Magdalena constituye un episodio histórico que, advierte Breijo, «nunca se debería olvidar».

Según explica Cánovas, la Magdalena formaba parte de la flota hispano-inglesa que se formó a principios del siglo XIX para luchar contra las tropas napoleónicas. El objetivo era conquistar Santoña (Cantabria), pero una vez allí, los verdaderos enemigos no fueron los franceses, sino un terrible temporal que llevó a la fragata a buscar refugio en las costas de Viveiro, adonde ya llegó maltrecha y finalmente se hundió junto al bergantín Palomo.

Pero el libro de Cánovas no se limita a ofrecer el relato cronológico de los hechos, sino que sus páginas también se detienen en las costumbres marítimas de la época, el espíritu solidario que despertó el naufragio entre las gentes de Viveiro o la forma de vida de los tripulante de la Magdalena. «Eran unos hombres durísimos, de otra pasta», recalca Bartolomé Cánovas en su recuerdo.