«Para los dueños es duro dejarlos, así que les enviamos fotos y vídeos para tranquilizarlos»

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Ana Garcia

La residencia A Coba do Lobo dispone de una finca de 35.000 metros cuadrados

31 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

«Estas Navidades hemos tenido que decir no a mucha gente porque estamos hasta los topes». La frase sale de boca de Óscar Villa, de la residencia A Cova do Lobo de Brandomil (Zas), un recinto en el que también comanda un centro de adiestramiento canino y cría, además de prestar el servicio de recogida de perros abandonados a varios concellos de la zona a través de la empresa Xea (Xestión Ética do Abandono).

Villar destaca que el gran valor de su residencia se encuentra en el hecho de estar ubicada en una finca de 35.000 metros cuadrados, donde los perros pueden correr libremente, así como la admisión de todo tipo de canes, incluso aquellos de razas potencialmente peligrosas.

A Cova do Lobo abrió sus puertas en el 2010 y, desde entonces, según apunta Óscar, las cosas han cambiado mucho. «La gente nos consideraba unos locos por abrir una residencia canina pero esos mismos que nos llamaban locos ahora nos traen a sus perros», comenta el responsable de este centro de Zas.

En su opinión, si la demanda ha crecido es porque los dueños cada vez confían más en el funcionamiento de los hoteles caninos. «Mucha gente repite, porque se da cuenta de que los perros aquí están felices», comenta Villar. Sin embargo, hay algunos que no pueden evitar sentirse preocupados en el momento de la despedida. «Para los dueños a veces es duro dejarlos, sobre todo la primera vez, así que para tranquilizarlos les enviamos fotos y vídeos», anota Óscar Villar.