La entrada en juego de otro astillero retrasa la obra australiana

Beatriz García Couce
Beatriz Couce FERROL

FERROL

BEATRIZ COUCE

El Gobierno de las antípodas sopesa que otra factoría asuma parte de la fabricación de los barcos

26 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

A la segunda tampoco fue la vencida. El Gobierno australiano abordó la semana pasada por segunda ocasión en un comité específico la adjudicación del programa SEA 5000 para la construcción de nueve fragatas para su Armada, pero nuevamente la decisión se quedó encima de la mesa. El ministro de Industria de la Defensa, Christopher Pyne, indicó públicamente que el Ejecutivo se encuentra cerca de tomar una decisión, aunque no está listo del todo para realizar el pertinente anuncio.

Es el mayor contrato al que aspira Navantia, ya que está valorado en unos 23.000 millones de euros, aunque en este importe no solo se incluye la construcción de los nueve navíos. Los astilleros públicos españoles se miden con los británicos BAE Systems y los italianos de Fincantieri por ganar esta licitación, que serviría para poner el broche de oro a doce años de expansión continuada de Navantia en el país, en donde ya cuenta con cerca de un centenar de trabajadores, entre españoles y locales.

En los medios de comunicación de las antípodas se informa estos días de que Pyne ha declarado que la adjudicación se producirá «en junio o en julio» y argumentan que el último aplazamiento se ha debido a que el Gobierno australiano reconsidera ahora si el astillero Austal puede jugar algún papel en la construcción de los buques. 

Conjuntamente con ASC

Hasta el momento se había fijado que fuesen en las instalaciones de ASC en Adelaida -en donde se han construido los tres destructores de la clase Hobart basados en las F-100 españolas- en donde se fabricasen también las futuras fragatas, pero ahora el Ejecutivo de las antípodas sopesa si introducir también en el contrato al mencionado astillero Austal.

La participación de esta factoría en el proceso de ejecución de las fragatas aumentaría el respaldo nacional a la obra, ya que beneficiaría a distintas poblaciones y trabajadores.

En cualquier caso, lo que sí está establecido es que toda la fabricación de los barcos se llevará a cabo en el país y de ahí que los tres contendientes para hacerse con el contrato hayan establecido en los últimos años una red de colaboración con empresas locales para asegurarse que, de resultar ganadores, podrían llevar a cabo toda la ejecución desde el principio hasta el final.

Aunque en la lista corta del concurso quedan las tres compañías, en el sector se da por seguro que la contienda real se está produciendo entre Navantia y BAE Systems.

Mientras que los defensores de la propuesta de los astilleros españoles -basada también en la F-110 pero adaptada a los requerimientos de la Armada de Australia- apelan a la fiabilidad y a la reducción de riesgos que implica un tipo de barco ya probado, los de la propuesta de BAE Systems insisten en que es un buque más moderno y con mayores capacidades, aunque aún se está empezando a fabricar para la Marina británica.

Así las cosas, los competidores aún tendrán que esperar más para conocer la empresa que resultará ganadora de la obra y con la que se garantizaría más de una década de trabajos.

En clave interna, Navantia tiene ante sí dos importantes contratos: el de construcción de cinco corbetas para la Armada de Arabia -está firmado el acuerdo pero aún no entró en vigor- y el de las cinco fragatas F-110 para la Marina española, pendiente de las Cuentas del Estado.