Dos mil metros de cable achicharrados en Covas

FERROL

JOSE PARDO

Los teléfonos fijos e Internet siguen sin funcionar en muchas casas de la zona tras casi dos semanas desde la caída de un rayo

12 abr 2018 . Actualizado a las 07:53 h.

El rayo que estremeció a Covas el Viernes Santo todavía resplandece en la zona. Mañana se cumplen ya dos semanas desde ese día, pero el estruendo que provocó sigue protagonizando las conversaciones. Sobre todo porque, más allá de ser un fenómeno que casi nadie había sentido tan cerca, provocó una desconexión telefónica que todavía repercute. Un millar de vecinos siguen sin teléfono fijo ni Internet, tanto de viviendas particulares como de negocios. Y es que el problema es más profundo si se tiene en cuenta que la población es de edad avanzada, con lo que los móviles, la principal alternativa, no están en manos de todos.

La solución, no obstante, parece estar por fin cerca. Algunas conexiones, de hecho, se han recuperado, aunque el grueso depende de un cable telefónico que acabó achicharrado con el rayo. En total, 2.100 metros, más de dos kilómetros que transcurren bajo tierra y que empezaron a ser repuestos en la mañana de ayer por la empresa Liteyca. No obstante, los operarios que trabajan en la zona calculan que las labores se extenderán al menos hasta el fin de semana.

JOSE PARDO

«Qué pena que ocurra esto en los tiempos que estamos, parece que vivimos en el medio del monte», señala contrariada la dueño del mesón La Muralla, justo enfrente de la antena. La semana pasada posó para La Voz con un diferencial quemado y, desde entonces, poco ha cambiado. «Nos ha supuesto muchas pérdidas, porque nos suelen llamar para encargar comidas o reservar mesa», añade. Además, no puede utilizar el terminal de pago con tarjeta. «Es increíble que llevemos tantos días así», lamenta.

Casi 400 euros de gasto

Cerca de allí vive Maruja Lorenzo. A ella, el cuadro eléctrico le saltó por los aires. Entre eso, el contador y la bomba de agua para la calefacción, esta semana tuvo que poner casi 400 euros de su bolsillo por culpa del rayo. Enfrente, encima del bar Cobas, es la vivienda de Maricarmen Cantó, una de las pocas de la zona que vivió el fenómeno en el exterior. Y es que todavía no eran ni las cuatro de la tarde del Viernes Santo y la mayoría estaban en casa. «Fue horrible, horrible, lo tengo grabado en la memoria», asegura en la puerta de su casa.

JOSE PARDO

Sus dos hijos, su nuera, su nieto y ella quisieron aprovechar la jornada de descanso. Fueron a la zona de las playas, pero cuando regresaban, sintieron el rayo. «Noté como el coche se movió. Me asusté y hasta se me aceleró el corazón. Nunca había visto nada igual, con los años que tengo», asegura. Tampoco había sentido nada así Rosa Torrente, quien dice que va «aguantando» sin el teléfono, pero no puede pedir los productos desde casa a la tienda. «No me arreglo con el móvil», expresa a sus casi 90 años.

«Yo estuve incluso sin móvil hasta hace unos días, porque se me quemaron los codificadores», dice otra vecina desde el balcón de su chalé. Aunque para chamuscada, la pared del salón de Rafael. Aparece en la puerta de casa con un cable telefónico hecho añicos. Era el que iba del router a la pared. «Foi terrible», dice una familiar suya que pasa a su lado. Le saltaron los dos automáticos, el diferencial y el de corte de los cortocircuitos. Tuvo la fortuna de que la compañía telefónica lo visitó este martes y se lo solucionó, como a algún vecino más en la zona. 

JOSE PARDO

Sin pedidos en la tienda

Luca, que regenta la tienda Covirán, estuvo unos cuantos días sin poder cobrar con tarjeta y sin poder hacer los pedidos a través de la PDA, que funciona con Internet. «En esta zona mucha gente no sabe utilizar el móvil», explica sobre lo que le comentan los clientes. En otro negocio cercano, la Ferretería Cobas, la propietaria, Beatriz Cereijo, aprovechó para invertir en un terminal de pago con tarjeta de conexión GPRS, con el que ya no dependerá de fallos telefónicos. «Nos cubrimos las espaldas, porque más allá de este rayo, se suele ir mucho la luz», dice. Eso sí, Covas, Esmelle, Papoi y San Xurxo, los lugares afectados, esperan no volver a sentir un estruendo así.