Hipercríticas

Nona I. Vilariño MI BITÁCORA

FERROL

10 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La idea de que la exageración convierte en irrelevante cualquier análisis o pretendida información (pretendida porque al ser exagerada deja de ser tal) es ya un clásico. Y es muy preocupante. Fundamentalmente porque la irrelevancia se diluye cuando aparecen en los foros de opinión- especialmente en las redes sociales- y se convierten en su verdad para millones de usuarios, sobre todo si concuerda con su opinión o sus deseos...

Cualquiera que se acerque a estos foros sin prejuicios, puede comprobar que los hechos o las críticas se tiñen, con demasiada frecuencia, con la tinta de la militancia -sea o no política- de quien los cuenta. Algunos, o muchos, definen esto como libertad de expresión o como lógica inherente a todo proceso informativo o crítico. Esta consideración, sea o no políticamente correcta, es, cuando llega a la exageración, perversa. Porque deforma hasta convertir en posverdad- así se llama ahora a la mentira- los relatos. Y ejemplos encontramos a diario en la reiterada utilización de la hipercrítica, tan destructiva como falsa, sobre la actual situación española. Recurso muy eficaz para la descalificación absoluta del discrepante…

Nada más significativo que la imagen de España que, por intereses espurios y con inaudita impunidad, se está fabricando incluso a nivel internacional Como no debo plagiar ideas, me limitaré a recomendarles que lean el artículo «Razones para el optimismo» del profesor Garitano. Y, si están contaminados por tanta posverdad, recuperarán la verdad sin adjetivos sobre lo que somos: un gran país que, como todos, necesita mejorar…