Cada uno entra en la familia naranja por un motivo diferente, pero ninguno por obligación. «Te gusta ayudar a los demás y llevas tu pasión al voluntariado», expresa Álex Santiago, que tiene solo 19 años y ya lleva cinco en el cuerpo. Entró con 15, algo que ahora no podría ocurrir, teniendo en cuenta que la edad mínima es de un año más. «Y aún así, no fui el único que entré tan joven. A mucha gente le parecía extraño que se me fuera la vida en ello, pero fui cofrade y siempre me fijaba que los naranjitos estaban por todas partes. Eso me llamaba mucho la atención. No me considero raro», añade. En esta Semana Santa es el supervisor de guardia. «Vas entrando, conociendo gente y estudiando más cosas, hasta que te cogen del todo y ya no te sueltan», bromea.