Recreos sin fútbol en el San Xoán

Bea Abelairas
Bea abelairas FERROL

FERROL

B. a.

En este centro educativo no se permiten juegos que separen a niños y niñas

13 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La imagen típica de casi todos los recreos es la de los niños jugando en el centro con el balón y la de las niñas repartidas por las esquinas. Algo que en el San Xoán da Filgueira ya no se ve desde hace dos años: «O fútbol e o baloncesto necesitan moito espacio e creaba unha concentración de rapaces, así que fai uns anos compramos raquetas de bádminton, zancos e pintamos mariolas no chan para que nos recreos xoguen todos xuntos», explica Marián López, directora de este colegio que acumula reconocimientos por iniciativas integradoras.

Cada día se abren los recreos a las 11.30 y los pequeños son los encargados de llevarse los materiales para jugar al patio. «Me gusta jugar con las raquetas, con el fútbol no se puede porque ocupamos mucho espacio y podemos dar con el balón a alguien en la cara», cuenta una de las niñas de ocho años antes de colocar la red y hacer equipos en los que se mezclan ellos y ellas.

Como ayer hacía frío no fueron pocos los que renunciaron a los juegos y se acomodaron en los sillones de un recibidor que está plagado de piezas de colores ganchilladas por profesoras y madres del centro. «A mí me gustaría más el fútbol, pero lo jugamos dos veces por semana, en clases de gimnasia», cuenta Juan ante una manzanilla con la que trata de olvidar su malestar. Casi enfrente le acompañan tres compañeras a las que el balompié no les gusta nada y que ayer escapaban del frío, aunque normalmente disfrutan con los juegos populares como los zancos o el clásico escondite.

Sin equipos masculinos

Con este sistema no hay que vigilar para que el patio no se reparta en equipos solo masculinos o femeninos. Es más, ni los propios niños lo ven: «Jugamos todos juntos», cuenta una vivaracha pequeña antes de estirar la red tras la que reta a otros amigos de la clase. Los juegos no siempre sirven para integrar a los más tímidos, sean niños o niñas, pero para esa cuestión ya se encuentran las profesoras paseando por el patio: «Tienes que ir a buscar a los amigos», anima una directora a la que todos los alumnos llaman por su nombre de pila y a la que cuentan con naturalidad los logros del día. «A mí me gusta mucho jugar a los vampiros y a los ladrones», le va relatando uno desde una cola de recreos en los que el objetivo es una diversión que no fomente diferencias de ningún tipo, precisamente uno de los ejes del proyecto educativo del San Xoán, que ha patentado el apadrinamiento entre alumnos a través de los libros. El sistema no puede ser más sencillo: unos relatan cuentos a otros y los buscan para leer juntos en un centro plagado de espacios para sentarse a charlar. Este espíritu acogedor se refleja en el incremento de matrículas en plena crisis demográfica. Cada año el San Xoán recibe a más alumnos que no estaban a gusto en otros centros: «Veñen polo modelo educativo», zanja la directora.