Quién nos defiende

Nona I. Vilariño MI BITÁCORA

FERROL

20 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Con frecuencia me pregunto cómo los ciudadanos de a pie podemos defendernos de los cotidianos abusos que, desde las administraciones o las empresas -especialmente de servicios- convierten nuestro día a día en una carrera de obstáculos a superar para afrontar problemas cuya solución exige, sobre todo, sentido común. Seleccionaré -espacio obliga- una muestra que me parece significativa. En primer lugar: los contestadores automáticos. Porque han reducido la atención al cliente a la escucha de una interminable cinta que suele desesperar a quienes ven que al final un «lo siento» es la única respuesta… En segundo lugar, y en este caso supone, además, un quebranto económico, sitúo a los 902 y similares, a los que ahora hay que llamar para cualquier información. La ley obliga a proporcionar un teléfono gratuito alternativo. Pero conseguirlo es, en ocasiones, tarea gravosa y casi imposible. Y no niego que la atención telefónica tenga aspectos positivos, pero no debe llegar a la generalización de un servicio sin rostro. Y bunkerizado con el hormigón de la distancia física.

Terminaré con algo de más enjundia: las urgencias sanitarias. Se que se trata de un problema de muy compleja solución. Pero, hay medidas, como una asistencia domiciliaria rápida y eficaz, que evitaría la masiva afluencia a hospitales ante la imposibilidad de una alternativa. A lo que debería acompañar la información a los ciudadanos sobre las graves consecuencias del uso abusivo de los ingresos por urgencias. Es hora de traspasar la pantalla y ocuparse, también, de lo cotidiano.