Insoportable crueldad

Nona I. Vilariño MI BITÁCORA

FERROL

30 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Las redes sociales se han convertido en vertederos que acumulan los comentarios más abyectos de aquellos descerebrados que, desde la impunidad de la libertad de expresión, insultan, difaman o lo que a cada uno se le antoje. Y, cuando se denuncian estos abusos, aparecen voces que exigen para ese ejercicio el trato de derecho fundamental… ¡sin límites!

Mi experiencia como profesora y, sobre todo, tutora, me ha servido para descubrir muchos secretos que asoman en la mirada de tantos niños y adolescentes que no saben, o no quieren, disimular el dolor que van acumulando en el alma por la crueldad (lo digo sin ambages) con la que, muchos de ellos, son tratados por quienes forman parte de su entorno. Y en estos momentos me duelen las entrañas al ver y oír las permanentes burlas sobre el aspecto físico de quienes no responden al prototipo imperante. Se hace en las redes, en la televisión, en las chirigotas de Cádiz o en carteles divulgativos, aduciendo que hay que tener sentido del humor? No tengo más armas, ni las quiero, que la palabra. Pero alzaré mi voz hasta romperme la garganta para gritar que hay que castigar, con la reparación que exige, el dolor moral, la humillación y el desprecio hacia el ser humano, responda o no a ese canon de falsa e inventada belleza que consiste en ser como…

A todos, ellos y ellas, que soportan esas vejaciones en la soledad de la indiferencia, les debemos no solo la protección que merecen, sino la reparación que se pide para otras acciones como, y es lo último, el piropo. Por cierto, en ocasiones, dicho con respeto e inocente gracejo.