Doble mirada

Nona Inés Vilariño MI BITÁCORA

FERROL

23 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

TDurante las últimas semanas, por cuestiones familiares, he pasado muchas horas en el Marcide (CHUF es su nombre oficial). Por necesidades puntuales se ocuparon camas de pediatría con enfermos normalmente hospitalizados en otras plantas (algunos, abuelitos con graves problemas) Fue una experiencia que me dio la oportunidad de observar la realidad con una doble mirada. Una a los rostros de quienes abren sus ojos a la vida y la otra hacia los que ya han recorrido la mayor parte del camino…

El llanto cristalino de los recién nacidos contrastaba con el silencio o el susurro de quienes esperan una mejoría o, quizá, un milagro. En algunos momentos sentí que se me humedecían los ojos al ver la emoción de los padres al apretar con mimo a sus hijos

y recibirlos con el calor de un cuerpo que, desde esos instantes, vivirá sobre todo para ellos. La otra mirada se encontró con realidades muy distintas en las que no quiero recrearme, porque lo que sentí fue el profundo deseo de que los mayores puedan tener hasta el final una mano que los acaricie; un brazo en el que apoyarse, un te quiero al oído y toda la ternura que merecen. Y es cierto que pude ver mucho de eso y comprobar que las familias españolas son la más importante -e imprescindible- red de asistencia social que una sociedad puede tener. Por eso, y pensando en tantos mayores que viven y mueren en soledad, quiero que mis palabras sean para reclamar que la mirada individual y colectiva de la sociedad y de las instituciones se dirija a los que están solos y les busque, al menos, una sonrisa y un abrazo, que les redima de su soledad.