«Es muy buena competidora, impidiendo que otras plantas crezcan alrededor»

A.U. FERROL

FERROL

ALBERTO LÓPEZ

12 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El plumacho tiene una gran capacidad reproductiva, explica Javier Guitián, catedrático de Botánica de la USC. El problema es que esta planta le roba espacio a las especies autóctonas.

-¿Cómo se puede luchar contra una planta exótica tan invasiva?

-Es muy difícil. Tradicionalmente se ha utilizado el control químico porque es sensible al glifosato, pero dado el gran tamaño que adquieren sus macollas, la aplicación de herbicida puede afectar en exceso a las especies nativas colindantes. También se ha utilizado el control mecánico de arranque con maquinaria de toda la macolla; otras veces se han utilizado métodos mixtos e incluso quemas. El problema es que los tratamientos son muy caros o lentos. El corte de los «plumeros» antes de que echen las semillas, es un método eficaz de controlar la expansión de las poblaciones ya existentes, pero no es un método de eliminación.

-¿Por qué se extiende tan fácilmente?

-Tiene reproducción sexual produciendo muchas pequeñas semillas que vuelan con facilidad al estar provistas de unos pelos; se estima que un pie puede producir en torno a 100.000 semillas; es decir, se dispersan por el viento. También coches, trenes, etc., contribuyen a su dispersión con las turbulencias que generan en el aire. Tiene además reproducción vegetativa si se parten las macollas (fragmentación de la cepa).

-¿Cuándo y por qué se introdujo en Galicia?

-A parecer la planta se introdujo en España como especie ornamental en el siglo dieciocho. Creo que la primera cita escapada de jardín es de un botánico vasco -Emilio Guinea- en 1953, en Cantabria. Como el clima de la cornisa cantábrica le va bien se ha desplazado hacia Asturias y Galicia. Como además le van muy bien los desmontes, tierras removidas, etc., las vías de comunicación facilitan su desplazamiento.

-¿Perjudica a las especies autóctonas? ¿Cómo?

-A parte de la afección paisajística es muy buena competidora. Lo hace tanto físicamente, es decir impidiendo con sus grandes macollas que otras plantas crezcan alrededor, como compitiendo por los recursos hídricos, nutrientes, luz, etc. Hay casos en ecosistemas dunares en que se ha hecho totalmente dominante.