Pep en Manchester Pugi en Bruselas

Nona Inés Vilariño MI BITÁCORA

FERROL

07 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Esta farsa peliculera sería divertida si no fuese porque es parte de un problema de consecuencias gravísimas para toda España. La deslealtad y la falta de escrúpulos éticos, caracterizan la construcción de un relato de infamias y calumnias como soporte de la repugnante postverdad que, con total impunidad, trasladan a millones de ciudadanos desde sus privilegiados púlpitos estos individuos. El daño es ya irreparable. Y, ambos, paradoja insoportable, hablan de vulneración de derechos fundamentales como la libertad de expresión, desde el ejercicio perverso de la misma y la vulneración del elemental y cívico deber de la lealtad exigible a los ciudadanos. Uno, como prófugo de la Justicia que es; el otro, desde la sala de prensa del club que le paga para entrenar, no para envenenar a quienes no tienen información que contraponer a la de Guardiola sobre una realidad ajena al asunto para el que los convoca. Que alquile una sala para insultarnos y rebajarnos a la condición de súbditos ignorantes, a los que advierte del peligro de acabar como el «oprimido» Pugi. ¿Que opina la UEFA, tan escrupulosa con otras actitudes, o el jeque que le paga? Y lo peor, a lo que contribuyen no poco estos mensajes, es que ya hay voces, también aquí en nuestra tierra, que se suben al carro de construir una imagen de España como país oprimido, en el que los jueces son marionetas del Gobierno ¡al mismo tiempo que le piden que pare los procesos judiciales!