Una oportunidad para la venta a domicilioLa crisis de la patata trae mucha cola

La Voz

FERROL

JOSE PARDO

Los productores profesionales constatan la pérdida económica que acarrea la prohibición de plantar en la zona y los de autoconsumo temen no volver a cultivar

24 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La plaga de la Tecia solanivora, que la Xunta declaró oficialmente a principios de noviembre de 2015 en los municipios de Ferrol, Narón y Neda, acabó extendiéndose a otros diez concellos de las comarcas de Ferrolterra, Eume y Ortegal: Valdoviño, San Sadurniño, A Capela, Fene, Mugardos, Ares, Cabanas, Ortigueira, Mañón y As Pontes. La proliferación de la polilla guatemalteca desembocó en la aprobación de un decreto por parte de la Xunta prohibiendo la plantación durante al menos dos años en el área infestada, y delimitando una zona tampón, con medidas de control menos restrictivas, que abarca As Somozas, Moeche, Cerdido, Cedeira y Cariño, y parte del territorio de Monfero y Pontedeume.

La crisis desatada por este insecto que devora los tubérculos ha dejado damnificados. Los productores profesionales ?una minoría en relación con los que cultivaban para autoconsumo? reconocen la pérdida económica que ha supuesto la cuarentena. «Na maior parte da superficie onde ía botar patacas plantei cabazas [para consumo das persoas] e aumentei algo ás fabas e ás cebolas, pero claro que deixas de gañar, porque a cabaza dá case o mesmo traballo que a pataca, pero ten moita menos demanda», explica Enrique Fojón, agricultor de Couzadoiro (Ortigueira).

La suspensión de los cultivos obligó a la empresa ferrolana Covas Vegetal a buscar fincas en un municipio libre de la plaga. «Conseguimos algo de terreno en Miño, pero no tanto como tenemos aquí, por lo que no hemos podido atender toda la demanda de los clientes [...]. Esto ha tenido otra consecuencia económica muy grande para nosotros, habíamos comprado una cosechadora de patatas, que solo necesita un tractor y otra persona para realizar el trabajo, pero no pudimos transportarla hasta Miño, así que hubo que hacerlo todo a mano, pagando jornales», indica Ángela del Río, una de las socias.

Menor coste y peor calidad

A los vecinos que cosechaban para consumo doméstico, muchos forzados a levantar los patatales, les preocupa el estado de sus huertas. «Deixeina a monte, que lle vou facer, non vou pagar para tela sen producir», apunta una valdoviñesa. «Areino e botei nabos, para non deixalo abandonado, aínda que ao mellor dentro de dous anos non deixan plantar... Bueno, si, porque veñen as eleccións», ironiza María, ortegana, muy crítica con la actuación de la Xunta en esta crisis. Al margen de que se autoricen las plantaciones en 2019, muchos labradores, sobre todo los de mayor edad, podrían renunciar definitivamente a los cultivos, al comprobar que el coste económico es menor comprando las patatas, sin olvidar el trabajo que implica. Este efecto añadido de la crisis de la polilla guatemalteca preocupa a Fojón, «porque a pataca que compran é a que vén de fóra e non ten a calidade da de aquí».

Más producción, más barata

Las empresas dedicadas a la venta de patatas también se sienten perjudicadas por lo sucedido. «Tenemos algo más de demanda de particulares, pero no se nota mucho, y hemos tenido gastos a mayores, tuvimos que adaptar un almacén [fuera de la zona prohibida] porque desde el de Catabois no podemos transportar a Pontedeume, Cedeira o Cariño», señala Benigno Vila, de Almacenes Vifer, en Ferrol. Y los precios, constata, han caído, debido al aumento de la producción respecto a 2016. «Nosotros compramos al por mayor, en casi toda España y algo en Francia, aunque cada vez menos, porque la gente exige producto nacional ?subraya?. En Galicia el consumidor es experto y no admite gato por liebre». Vila intenta «sobrevivir» a los cambios del sector.

Hay quien ha visto una oportunidad de empleo en la situación generada al impedir plantar patatas para autoconsumo. El fenés Ángel Portela llevaba unos meses trabajando en una empresa coruñesa dedicada a la venta de este producto al detalle y al por mayor, pero su jefe decidió dejarla y él ha optado por continuar, aprovechando la clientela con la que ya contaba en el entorno de la ciudad herculina y ampliando su mercado a Ortegal. «Soy autónomo, mi mujer es de Ponte Mera y entonces, al saber que esta zona no se pueden plantar, acabo de abrir un almacén aquí», cuenta. Vende directamente en el local o con entrega a domicilio (llamando al 670 547 929 o el 681 217 528). «Estoy empezando», recalca, y no descarta solicitar autorización para poder acudir a alguno de los mercados semanales de la comarca.