«Cada cuatro días cambio de ciudad»

M. Aneiros / A.U. FERROL

FERROL

MARCOS MÍGUEZ

A sus 26 años, frecuenta los escenarios más prestigiosos del mundo y vive en Berlín

21 jul 2017 . Actualizado a las 07:50 h.

Con tan solo tres años Pablo Ferrández tocó sus primeras notas en las cuerdas de un violoncelo y desde entonces sus extraordinarias habilidades, unidas a muchas horas de trabajo, le han situado entre los mejores intérpretes de este instrumento. Ahora toca en orquestas de Europa, Asia y América y, pese a haber crecido en Madrid, recuerda sus veranos en Ferrol, ciudad natal de su padre: «Hemos veraneado mucho por esa zona y tengo familia viviendo allí, así que voy mucho» explica, aunque confiesa no haber tocado nunca en la ciudad: «He tocado en Galicia varias veces pero nunca en Ferrol».

Nacido en familia de músicos, su madre, Paqui Castro, desarrolló con el un método llamado El mago del diapasón, que ahora se enseña en escuelas musicales de todo el país. Pablo Ferrández explica que gracias a ese trabajo hecho con su madre consiguió desarrollar el oído absoluto desde niño, lo que le ha ahorrado mucho trabajo posterior: «Para un instrumentista de cuerda ayuda muchísimo poder identificar una nota solo escuchándola, ya que en la cuerda no es como en un piano que ves las teclas y qué nota se está tocando».

Ferrández fue el primer músico español en conseguir alzarse con el galardón de la International Tchaikovsky Competition y ha sido considerado por el International Classical Music Awards el mejor artista joven del año 2016: «Ese premio me hizo mucha ilusión la verdad». Sin embargo, el artista no se conforma con los logros conseguidos y los premios no le han hecho bajar el ritmo de trabajo, sino que destaca la necesidad de mantener los pies en la tierra para poder seguir mejorando: «Intento no pensar mucho en esas cosas. Me alegro de que me vean así pero desde dentro lo que veo es todo el trabajo realizado y creo que hay que ir paso a paso».

A sus 26 años frecuenta los escenarios más prestigiosos y toca junto a los mejores y más veteranos músicos. «Cada cuatro días más o menos estoy en una ciudad diferente y en un país diferente. Es muy exigente en muchos sentidos».

Ferrández está inmerso un una temporada que le llevará a interpretar 60 conciertos al año sobre escenarios de todo el mundo. Admite que es un trabajo que le resulta tan duro como gratificante: «Intento hacerlo siempre lo mejor posible y me estoy acostumbrando a estar siempre de viaje. Por ejemplo, desde abril solo he pasado una noche en mi casa en Berlín. Es durillo pero la verdad es que me gusta mucho».

De entre todas las partituras que ha tocado a lo largo de su carrera, destacan las veces que sus cuerdas han interpretado el concierto para violoncelo y orquesta de Schumann. «La verdad es que es de mis compositores favoritos. Ese concierto lo he tocado este año unas diez veces y el año que viene lo voy a tocar muchas veces más. Me gusta mucho y siempre que me lo piden digo que sí».

De vez en cuando, baja de los escenarios para ejercer de profesor y dar alguna clase magistral, como la que ofrecerá el próximo mes en Vigo. «De momento mi trabajo es sobre todo dar conciertos, doy muy pocas clases pero me gustan porque es algo diferente a lo que hago el resto del año. Además esta la hacemos en Vigo y Galicia me encanta»

Los entendidos dicen de él que es un solista que pone sus cualidades al servicio del compositor, pero Ferrández considera que para lograr una buena ejecución es necesario elaborar «una mezcla de cómo eres y de cómo ves al compositor». Es en el equilibrio entre ambas cosas donde encuentra la clave de una buena interpretación que consiga emocional al público: «No se puede escuchar 100 % al intérprete, pero el resultado puede ser muy frío si este no se moja nada e intenta hacer solo lo que quiere el compositor».