Actualidad de Valle-Inclán

JOSÉ A. PONTE FAR FERROL / LA VOZ

FERROL

30 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Este viernes se cumplieron 150 años del nacimiento de Valle-Inclán (Vilanova de Arousa, 28 de octubre de 1866). Pero los años transcurridos no han logrado distanciar de nosotros su obra literaria. Ahora lo han recordado con variados actos de homenaje las Instituciones culturales ligadas a su nombre y a su legado, y las públicas (Xunta, Ayuntamientos y Universidad), pero también su obra sigue muy viva entre nosotros, gallegos y españoles de hoy. Porque Valle-Inclán es un clásico y su literatura está por encima del tiempo. Quizá por eso, a lo largo de los años su prestigio como escritor y el reconocimiento de la calidad de su obra literaria no han dejado de crecer. Él admiró a muy pocos, pero fue admirado por muchos escritores, tanto contemporáneos como posteriores. Antonio Machado, por ejemplo, mantenía que «nadie ha escrito en castellano, hasta nuestros días, de modo tan perfecto y acabado como don Ramón del Valle-Inclán». Otro poeta consagrado, Juan Ramón Jiménez, que no era precisamente muy dado al halago ajeno, no tuvo ningún reparo en reconocer que «Valle-Inclán es un escritor prodigioso. Todos los que venimos detrás de él le debemos mucho». Y no es que le deban mucho los escritores españoles, sino que es la propia literatura la que estaría en deuda con don Ramón, porque él ha oxigenado el lenguaje, lo ha rejuvenecido. Escribe un castellano excelso, apostado en las curvas y las corredoiras del gallego para lograr una prosa poética que no ha sido superada en España. La admiración por la obra de Valle-Inclán es compartida, cosa rara, por lectores y escritores. De antes y de ahora. En una visita a Galicia, Caballero Bonald dejó dicho en este diario que «los tres escritores más grandes de la literatura española son Cervantes, Góngora y Valle-Inclán». Esta es la tónica de lo que pensamos unos y otros sobre el gran don Ramón. Y esto es lo que quiso decir también sobre él el dictador Primo de Rivera, aunque lo dijese de otra manera, con aquello de «eximio escritor y extravagante ciudadano». A pesar del incordio y azote verbal que para él fue Valle, no pudo disimular su admiración por el genio. Con la perspectiva que nos dan los años, hoy podemos apuntalar su recuerdo con la afirmación de que Valle-Inclán ha sido una pieza clave en la literatura española, y aun europea. Igual que Picasso en la pintura, supera la estética de su época y abre caminos a una nueva. Entre el primer momento de su obra, de mayor atención a la belleza formal, y el último, tendente a una visión ácida y crítica de la realidad, hay sólo un escritor extraordinario que va adaptando la estética a su ética personal. Cambia su visión de la vida, que se va haciendo más crítica, exigente y solidaria; por eso el escritor va ajustando su creación literaria a esa forma de sentir y de estar en el mundo. También su ansia por escapar de lo rutinario, su deseo de novedad e interés por las vanguardias influyen para que sea un constante innovador en la novela y, muy especialmente, en el teatro.

Por todo ello uno se congratula de los homenajes que se han celebrado estos días, desde Vilanova a Santiago, pasando por A Pobra do Caramiñal y Pontevedra, que suponen reconocer el gran mérito de un escritor. Y por eso, también, pienso que está bien traído a cuento aquello que don Ramón decía de sí mismo sin inmutarse: «El que más vale no vale tanto como vale Valle».