«Vivir en un faro sigue siendo un privilegio»

FERROL

Farera de Prioriño Chico

28 may 2015 . Actualizado a las 15:31 h.

La vocación de farera se la debe a la torre del Monte Igueldo, en Guipúzcoa. Mercedes Aranceta Martija, madrileña de origen vasco, dejó los estudios de veterinaria para convertirse en torrera. La falta de vacantes frustró su sueño de vivir en una isla, aunque durante tres años residió en el faro de Illa Pancha, en Ribadeo. Antes había estado en Candás (Asturias) y en el País Vasco; después se trasladó a Estaca de Bares y lleva varios años en Prioriño Chico, donde sufrió el ciclón Klaus, que arrancó el tejado de la vivienda. También supervisa los faros de Prior y A Frouxeira y una treintena de luces más.

-El cuerpo de fareros se extinguió en 1993. ¿Continúa siendo necesario su trabajo?

-Sí, claro. Las señales marítimas no se quitan sino que se instalan más y necesitan inspección y verificación. Tenemos una página web para ver cómo están las luces, de día y de noche, y un móvil de trabajo que nos da una alarma si se produce un fallo y que permite resolver algunos problemas. Pero yo, si veo que un faro no se ha encendido, aunque pueda hacerlo por control remoto, no me fío y me voy pitando. Los faros siguen teniendo una función y continúan montándose faros y luces nuevas en todo el mundo.

-¿Cómo ha cambiado su trabajo desde los inicios?

-Cuando empecé todos los faros tenían luces de acetileno, tenías que ir con los acumuladores... En Estaca de Bares había una bombilla de 3.000 vatios de 30 centímetros o más de diámetro, preciosa. Ahora son pequeñitas y el faro de Frouxeira (Meirás) funciona con leds. Fue el primero de España, ahora ya hay más; gasta 70 vatios y funciona con tres leds y unas lupas. La tecnología de las luces no tiene nada que ver ahora.

-¿Qué es lo más gratificante de vivir y trabajar en un faro?

-La cercanía del mar... Y el hecho de que sea un trabajo tan directo, causa-efecto, cuando se produce una avería y se apaga, vas y lo dejas encendido, lo arreglas y ves de inmediato el resultado de tu trabajo. Son sitios muy especiales, donde ves la naturaleza, te duermes con el sonido del mar... Llevo muchos años, pero para mí sigue siendo un privilegio.

-¿Continúa viajando en busca de faros?

-Los últimos los vi en Noruega, hace tres años... Ya es algo accesorio, pero siempre que voy por la costa me acerco a los faros.