El largo viaje a través del tiempo de una diócesis cuyas raíces se hunden en la niebla del pasado

La Voz

FERROL

17 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Discúlpenme la confidencia, y déjenme que les diga que yo, cada vez que escucho hablar o que leo a Monseñor Cal Pardo, prelado de honor de Su Santidad El Papa y uno de los grandes medievalistas españoles ya en plena juventud (apenas ha cumplido las 92 primaveras), tengo la impresión de que Don Mailoc cabalga de nuevo entre nosotros, predicando que no es cierto -o que probablemente no lo sea- que hay grandes calderos de oro enterrados bajo las grandes piedras de las tumbas de los paganos, allí donde las hadas advierten a los caminantes solitarios que bromas, lo que se dice bromas, las menos.

Monseñor Cal Pardo escribe también, cómo no, ennobleciéndolo, en este nuevo número del anuario Estudios Mindonienses, que llega estos días a las librerías. Habla de la iglesia de Galdo, su parroquia natal, orgullo de las tierras de Viveiro. Y junto a él escriben, entre otros, Manuel Recuero, académico de número de la Academia de san Rosendo y decano de la Facultad de Humanidades ferrolana, que reflexiona sobre el papel de la historia como fuente de conocimiento; la profesora Margarita Sánchez, que continúa profundizando en la historia de San Sadurniño; los documentalistas Adrán Goás y Pardo de Cela, que en esta ocasión se ocupan de los regidores del Concejo de Viveiro en el período comprendido entre los siglos XV y XIX; y el profesor González Rodríguez, que analiza el legado artístico de Domínguez de Estivada.