Paula Mayobre, voluntaria en tierra de campeones

Carlos Agulló Leal
carlos agulló FERROL / LA VOZ

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La atleta aresana viajó a Etiopía para colaborar con una escuela deportiva

26 oct 2014 . Actualizado a las 04:00 h.

Para llegar a Walmara desde la capital, Adís Abeba, se deja pronto la carretera de asfalto para tomar caminos de tierra por los que entrenan algunas de las estrellas mundiales del atletismo etíope. Al final del trayecto, entre las montañas y los valles verdes, un pueblo de casas desperdigadas y una escuela con un alto cercado junto a las instalaciones levantadas allí por la oenegé española Abay. Proyectos educativos y sanitarios en uno de esos rincones olvidados de África están permitiendo abrigar alguna esperanza en el futuro a niños y jóvenes de este lugar de Etiopía.

Paula Mayobre, la atleta de Ares que lleva un tiempo trabajando con niños en su escuela de atletismo aresana, se ha metido de lleno en la acción solidaria con Abay. Paula regresó hace unos días de Walmara, donde participó en las actividades de la escuela de atletismo que Abay puso en marcha en aquel pueblo etíope como herramienta para el desarrollo personal de los chavales y para inculcarles valores del deporte y también del cuidado personal y de los hábitos saludables.

«Es una experiencia magnífica. Muy dura, porque te encuentras con un mundo que ni te puedes imaginar, pero muy positiva», dice Paula recién llegada de Etiopía, en donde aportó su experiencia como atleta y sus conocimientos como preparadora de jóvenes corredores precisamente en la cuna de los más grandes atletas de fondo del mundo.

La relación de Paula con Abay, que está presente en toda España y cuenta con socios en distintas localidades de Galicia, comenzó en marzo de este año, cuando fue madrina de la carrera solidaria In Real Time de As Pontes, que se disputó de forma simultánea en varias ciudades españolas y en Walmara. De aquel primer contacto surgió la posibilidad de viajar como voluntaria al lugar en el que se desarrollan los proyectos de cooperación y aportar sus conocimientos específicos a la escuela deportiva, aunque también tomó parte en algunas otras tareas durante los cinco días intensos de estancia.

«Me gustaría volver y estar más tiempo. Hicimos muchas cosas y creo que el objetivo está cumplido, pero ahora es cuando estoy empezando a ser consciente de todo lo que viví allí». El contacto con los chavales y con la gente de Walmara resultó muy gratificante para la atleta aresana, que no observó grandes diferencias entre los niños de aquí y los de allí a la hora de aprender y jugar. «Lo que marca la diferencia -afirma- son las condiciones de vida. Ellos tienen una condiciones naturales excepcionales, pero sobreviven sin apenas nada».

Las casas de Walmara, iguales a las de cualquier otro lugar rural de un país de casi 90 millones de habitantes en el que cerca del 80 % de la población vive en el campo y en unas condiciones que se parecen más a la edad media, es lo que más impresionó a Paula. «Entrar en las casas es lo que más me impactó, ver como viven, siete personas, con cuatro niños y mezclados con los animales. Y que no tienen, no digo ya un colchón para dormir, en muchos casos ni una banqueta para sentarse».

Paula aprovechó su estancia para trotar por las tierras altas de Etiopía, la cuna de portentos como Abebe Bikila, Gebreselassie, Kenenisa Bekele o Tirunesh Dibaba. «Yo ya los admiraba, pero después de ver las dificultades que han tenido que superar, los admiro mucho más», afirma. «Parece imposible que uno de los niños a los que entrené pueda llegar a ser campeón olímpico». Hay precedentes.

cooperación con la ong abay

«Me gustaría volver, ahora empiezo a ser consciente de lo que viví allí»

«Pensar que uno de esos niños puede llegar a ser campeón olímpico parece imposible»