El renacimiento de la capilla de Marnela

FERROL

CÉSAR TOIMIL

Vecinos de Pantín y el cura costearon la rehabilitación de un templo con al menos tres siglos de historia

26 sep 2014 . Actualizado a las 14:07 h.

Diez años después de que los vecinos dieran los primeros pasos para rehabilitar la capilla de Marnela, en Pantín (Valdoviño), el templo muestra al fin orgulloso su nueva imagen. Fiel a su concepción original, la iglesia dedicada a San Martiño muestra sus flamantes muros pintados de blanco y una cubierta gris de pizarra gruesa con la que desafiar al paso del tiempo. Y lo ha hecho gracias a la colaboración y solidaridad de vecinos y feligreses, que aportaron los fondos necesarios para recuperar un edificio en el que el paso de los siglos hizo mella. Cuenta con al menos tres, los que atestiguan los libros de fábrica, donde se anotaban las cuentas.

El sacerdote Manuel Grandal, uno de los artífices de la recuperación de la iglesia y que también aportó recursos personales para que pudiese hacerse realidad, recuerda que el primer registro que consta es de 1755, pero que hay documentación que demuestra que en el siglo XI la parroquia de Marnela ya existía. Y que de hecho, fue parroquia hasta 1896, cuando el obispo decidió unificarla con Pantín.

Tras las obras, «quedó estupendamente», sentencia el cura. Un veredicto en el que coincide Luis López, uno de los cuatro vecinos que iniciaron las gestiones para conseguir la rehabilitación: «Quedou moi ben», enfatizó. Antes, recuerda, «non podía haber misa na capela, chovía nela e era un perigo». Él fue uno de los que recorrió casa a casa para saber inicialmente cuánto dinero estaba dispuesto a aportar cada vecino. Y años después, para saber si lo seguían estando, y recogiendo de forma efectiva las aportaciones. Ahora solo tiene palabras de agradecimiento para todos los que colaboraron. «Non foi só Marnela, foi todo Pantín, a parroquia enteira», recuerda.

Un artesonado de madera domina el interior de la capilla en la que también se renovó el retablo