Un viaje a San Andrés de Teixido a través de las cruces de piedra

r. l. FERROL / LA VOZ

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Amigos dos Cruceiros publica un nuevo estudio de Juan Burgoa

08 jul 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

La Asociación de Amigos dos Cruceiros, Cruces de Pedras e Petos de Ánimas acaba de publicar un nuevo trabajo del investigador ferrolano Juan Burgoa. Se trata de Os cruceiros de San Andrés de Teixido e os seus camiños de peregrinación, estudio que ve la luz en el marco del volumen que recoge las actas del Cuarto Congreso Galego de Cruceiros. Burgoa señala, a propósito del santuario (un enclave que ya llamó, a comienzos del pasado siglo, la atención de Federico Maciñeira, un verdadero erudito, además de auténtico protagonista de los albores de la arqueología gallega), que «existe constancia documental do levantamento, o ano 1162, naquelas terras dominadas polos condes de Trabaja, dun antigo mosteiro relacionado coa Orde de San Xoán de Xerusalén ou dos Cabaleiros de Malta»; y añade que es posible, incluso, que allí hubiese «unha presenza eremítica» anterior.

Burgoa documenta la abundancia de cruceros en el camino que conduce a San Andrés. Cruceros como el de la ermita de Santa María de Caranza, como el del Campo da Festa do Couto, como el del santuario de Chamorro, como el de la capilla de Santa Margarita do Val, como el de Loira, como el del Calvario de Valdoviño, como el de Vilarrube, como en el de San Roque do Camiño, como el de San Xiao dos Ósos. O como, por citar otros ejemplos a propósito de la riqueza de este patrimonio, los del Esteiro de Cedeira, Rebordelo, San Antón de Corveiro, Os Carrís y el propio San Andrés de Teixido. Cruces de piedra, todas ellas, que enriquecen, artística y espiritualmente, un camino de peregrinación que, como ha escrito el profesor Ramón Sainero, uno de los grandes celtistas europeos, conduce a la «puerta entre dos mundos». Al lugar en el que las últimas campanas de Europa despiden el sol, al fin de cada día. A donde «vai de morto quen non foi de vivo», como la leyenda sostiene.