La Policía Local lleva 12 años sin realizar investigaciones propias

Xosé Vázquez Gago
Xosé V. Gago FERROL / LA VOZ

FERROL

Dos agentes de patrulla en la calle Magdalena.
Dos agentes de patrulla en la calle Magdalena. José Pardo< / span>

La última se saldó con una incautación de droga y un arresto en el 2000

06 ene 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Hace doce años dos agentes de la Policía Local se incautaron de cinco kilos de hachís y detuvieron a una persona por narcotráfico en O Bertón. Fue una de las últimas ocasiones en las que el cuerpo municipal desarrolló de motu propio una investigación que se saldó con detenidos.

Ahora una operación de esas características resulta impensable en una policía que durante años careció de medios adecuados, perdió gran parte de su plantilla y se quedó con un cuadro de mandos deficitario.

Esos problemas han dejado un cuerpo desmotivado -en la «anarquía» según la junta de personal- que ha protagonizado protestas sonadas contra gobiernos de todos los colores, y con graves problemas internos, como dejó patente la denuncia de un agente contra un superior registrada el pasado diciembre y que ha sido desestimada.

De un gobierno a otro

Al final del anterior mandato, el gobierno socialista, tras ser objetivo de duras protestas, invirtió en la policía. Se compró material moderno, coches y se hicieron mejoras en el cuartel. En el plano operativo se reimplantó la policía de proximidad y se hicieron controles de alcoholemia y velocidad por propia iniciativa y no solo como parte de las campañas de la DGT.

Los problemas internos en el PSOE y el cambio de gobierno frenaron esa actividad. El nuevo ejecutivo ha prometido ampliar la plantilla a 146 agentes y está preparando un nuevo plan de reorganización que recuperará (otra vez) la policía de proximidad, pero hay problemas.

Noches con tres policías

Los turnos están completamente desorganizados. Por las mañanas acuden a trabajar tantos agentes que a veces no hay coches patrulla para todos. Suele haber dos jefes y hasta cinco oficiales. Por la tarde las cifras bajan de forma drástica y por las noches todavía más. Hubo algunas de verano en las que no había ni una patrulla, y en la actualidad hay noches de sábado en las que solo está disponible una pareja y un agente de atestados.

El pasado domingo, cuando un joven fue golpeado en las celebraciones de año nuevo en la calle Doctor Fleming, acudieron al lugar seis agentes: eran todos los disponibles. Ayudados por una patrulla del cuerpo nacional tuvieron que franquear el paso a una ambulancia entre cientos de jóvenes que llegaron a zarandear sus coches.

El cuadro de mandos

Un veterano mando del cuerpo reconocía estos días con tono amargo que la Policía Local «está destrozada». Su cuadro de mandos lo parece: cuatro oficiales se reparten todos los turnos de tarde y noche a diario y de todos en los sábados y festivos.

Un quinto hace de inspector de servicios operativos (un puesto clave) y se encarga de los turnos diarios de mañana. Dos están sin función, otros dos en segunda actividad -uno de ellos va a objetos perdidos, tarea que solía ser para un agente raso- y el último da clases de formación vial en escuelas.

Por encima están los inspectores e inspectores principales, un erial de puestos vacantes, y en la cúspide de la pirámide, el jefe.

Si el ambiente en la plantilla es tenso, en estos escalones superiores no lo es menos. Crece el rumor de que el gobierno va a mover piezas, como ocurrió en A Coruña, donde en diciembre rodó la cabeza del veterano jefe Antonio Alfeirán.

Pero aquí el gobierno se mueve lo justo. Por no haber, ni ha habido una reunión del edil de Seguridade, Pablo Cal, con la plantilla. Y la tensión crece.

La detención de aquel narcotraficante en O Bertón hace 12 años fue el canto del cisne de la Brigada de Estupefacientes y Seguridad Ciudadana de la Policía Local. La unidad nació a primeros de los 90, cuando Rafael Pillado era responsable de Tráfico, y protagonizó operaciones sonadas.

Un viaje a la hemeroteca de aquella década muestra un cuerpo municipal diferente, capaz de facilitar la caída de un conocido grupo de narcotraficantes de Serantes, cuyo líder conducía un Mercedes blanco.

La brigada utilizaba métodos muy modernos para las policías locales de entonces, como la videovigilancia -con la que cayó una red que vendía droga a la puerta de los institutos o un grupo de distribución en Ferrol Vello- y sistemas de escuchas.

Pero la unidad «pisó muchos callos», como explicó ayer un veterano miembro de la judicatura. Los enfrentamientos con la policía nacional fueron sonados y estuvieron a punto de alcanzar los tribunales, además de dar tantos quebraderos de cabeza a Pillado que hoy dice recordar «muy poco, casi nada» de aquel tiempo «complicado».

Únicas condenas en Galicia

La unidad ya estaba casi muerta cuando el BNG llegó al gobierno con Xaime Bello en 1999. Su edil de Seguridade, Xoán Xosé Pita, que aún goza de buena reputación en el cuerpo, la recondujo para convertirla en una unidad de vigilancia medioambiental que también tuvo sus días de gloria: lideró la única redada que se saldó con condenados por una pelea de perros en Galicia.

Pero la unidad fue disuelta por el gobierno de Juan Juncal, y nunca se recuperó.