Imágenes articuladas, fruto del esfuerzo y del talento de muy diferentes épocas

R. L. FERROL |

FERROL

21 nov 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Alfredo Martín es, entre todas las demás cosas que tambien sigue siendo, un excelente imaginero. Un imaginero que tiene, entre sus mejores obras, un San Francisco, como no podría ser de otra manera. Estos días -quiere decirse que cuando les escribo a ustedes esto, ya en los últimos días del mes de noviembre- ultima, un año más, la instalación de su magnífico belén, en el que más de doscientas figuras, ingeniosamente articuladas, están dotadas de movimiento.

Admira y mucho, Alfredo, al gran José Gambino. Y también a Florencio, escultor excelente e hijo del gran maestro, además de autor de la imagen -igualmente articulada- del Ecce Homo que se conserva en la capilla de la Orden Tercera. Cuenta Ana Martín, a este respecto, que fue en el taller de José donde se formaron los hijos del maestro Gambino, que era de origen italiano y que tan vinculado estuvo a la ciudad de Santiago de Compostela. Tres de esos hijos, Plácido, Tomás y Florencio, que además fueron también alumnos de José Ferreiro, «chegaron a Ferrol na segunda metade do XVIII na procura dun traballo que xa non había na cidade santa». Y aquí los tres fueron «escultores do rei». «Nos anos noventa do século XVIII -relata Ana-, Florencio recibe o encargo dos franciscanos de elaborar un Cristo penitente coa Cruz ás costas, para desfilar procesionalmente o Domingo de Ramos. O resultado foi espectacular. Pero o pequeno tamaño da capela facía realmente complicado poder lucir a talla coa súa cruz no altar maior. Así que a xunta dos terciarios solicitoulle que articulase a imaxe ata convertela nun Ecce Homo. E así o fixo el. Ten -subraya Ana- unhas proporcións perfectas».