La segunda testigo protegida en el macrojuicio de los clubes se desdice

Francisco Varela FERROL/LA VOZ.

FERROL

09 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

La segunda testigo (T2) protegida en el macrojuicio de los clubes de alterne de Fene y Montesalgueiro (Aranga) que se sigue en el Juzgado de lo Penal número 1 de Ferrol se desdijo ayer de lo que había declarado. De hecho, ya antes de entrar en la sala, rehusó las medidas de protección habituales como comparecer sin ser vista por los acusados.

Sus primeras palabras («fui coaccionada por la policía») fueron recibidas con miradas de satisfacción y muestras de alivio en el banco donde se sienta Nancy Amparo Clavijo y otros familiares que formaban el clan asociado a varios gallegos que, supuestamente, se dedicaba a traer de Colombia a jóvenes para prostituirlas luego en los mencionados locales de alterne. Dijo saber a lo que venía cuando llegó a trabajar en el Night Caprice (Barallobre), actualmente ya cerrado. Aseguró que no tenía «jefa», que controlase sus ingresos por su trabajo sexual. Tampoco que le hubiesen facilitado una cantidad de dinero antes de salir de Colombia más una carta de invitación para franquear la frontera de Barajas.

A las preguntas del fiscal contestó continuamente con vaguedades («no sé como se llama esa chica»). Es decir, que no fue coaccionada por el grupo de acusados sino por la policía, insistió. Pero el fiscal la hizo entrar en contradicciones cuando le recordó que sus declaraciones inculpatorias anteriores, en las que sí afirmaba haber sido forzada a prostituirse, habían sido realizadas ante el juez instructor Morán Llordén, con abogado, y no en la comisaría de policía. «No recuerdo haber venido aquí» [el mismo edificio de los juzgados donde se celebraba ayer el juicio], siguió diciendo dentro del mismo tono de imprecisión. Por lo que el fiscal pidió al tribunal que le mostrase sus testimonios firmados que aparecen en la causa. «Puede ser que firmara», depuso entonces, pero es que le pusieron delante «muchos papeles» que no entendía. También se desdijo de que el clan en cuestión le hubiese retenido el pasaporte, ni que uno de los encausados (José Manuel Filgueiras González) fuese el chófer del burdel porque ella iba desde Ferrol, donde vivía, a Barallobre donde estaba el club «en autobús».

Igualmente, desmintió que le retuviesen el dinero fruto del pago de la clientela por los pases (relaciones sexuales). Luego recordó que había venido a España, hace una década, porque se había quedado con una niña al dejarla el que era su marido. Que vendió una moto y pidió dinero a la familia para el viaje y que se prostituyó voluntariamente, aunque luego terminó alcohólica, si bien ha conseguido, dijo, rehabilitarse en la asociación ferrolana de ex alcohólicos.

Así las cosas, ahora tendrá que ser el tribunal el que decida a qué declaración da validez. Según ha explicado un representante del Ministerio Fiscal, la LEC (Ley de Enjuiciamiento Criminal) permite al juzgador dar mayor verosimilitud al testimonio vertido ante el juez de instrucción, si se realizó con todas las garantías legales (ante abogado, secretario, juez y expuestos sus derechos), que a la hecha en el plenario (juicio). Aunque esta tiene más valor, si las contradicciones son evidentes prevalece la primera.