La cosa suena a Caribe de los años cincuenta, con turistas americanos mirando asombrados los malabarismos de los cocteleros, en locales con música de Celia Cruz («¡Azúcarrrrrrrrrr.....!!!!!») y por supuesto de Tito Puente, en los que princesas sin coronas, de piel canela y pelo teñido de rubio, caminarían entre el humo de los puros habanos mientras coches largos como días de julio aguardarían por ellas a la puerta. Pero no. Ahora estamos en el 2010, como bien se sabe. Y el arte de lanzar al aire botellas y cocteleras se ha puesto de moda de nuevo, como bien demuestra la publicidad televisiva, fiel reflejo de los más generalizados deseos.
Y ayer, en el instituto Fraga do Eume, en un acto al que estaban especialmente invitados los empresarios de la comarca, ofreció una demostración uno de los mejores especialistas españoles en desafiar la ley de la gravedad mientras prepara bebidas con ingredientes llegados de lo que el poeta llamaría, quién sabe, tierra caliente. Oscar Recarey, que suma un sinnúmero de títulos en su palmarés. Entre ellos, el de subcampeón de España, que consiguió en el 2004.