Una familia numerosa que hace crecer el grupo de empresas Rilo

TEXTO Beatriz Couce FOTO César Toimil

FERROL

El padre fundó en 1985 la primera de sus firmas hoy ligadas al transporte, la maquinaria y el reciclaje, en las que ya trabajan cuatro de sus siete hijos

10 ene 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

José Rilo puso a andar su grupo empresarial hace un cuarto de siglo, después de haber trabajado en la antigua Bazán y en una compañía en la que tomó contacto con el sector de la construcción y el transporte. Hoy en día cuenta con varias líneas de negocio, a las que se han ido incorporando en distintas etapas cinco de sus siete hijos, aunque en estos momentos trabajan cuatro: José Manuel, Juan, Emilio y Luis.

«Yo era gerente de una fábrica en la que había problemas con el transporte, así que compré un camión y después otro... Cuando me fui les ofrecí la oportunidad de quedarse con ellos pero no quisieron, así que en 1985 creé la primera sociedad, una empresa de transporte; después vinieron los contenedores y finalmente la planta de reciclaje», explica el palo de esta historia. El primero en incorporarse al negocio creado por Rilo Dopico fue su hijo José Manuel, que al cumplir su mayoría de edad decidió dejar los estudios y seguir los pasos de su padre. Ha visto sumar nuevas líneas de negocio, aunque su labor se centra en la dirección comercial.

José, el que acumula mayor experiencia junto a su padre, valora que «aunque sea crítico, siempre nos ha dejado hacer». También subraya de su progenitor «su capacidad de ver el camino por donde hay que ir».

Tras un breve paso de una de sus hermanas por la sociedad, fue Emilio el siguiente de la familia que decidió sumarse a la empresa. Fue en el año 2001, después de haber estudiado Formación Profesional en la rama de Administración. Desde entonces realiza un trabajo comercial. «Es el técnico de residuos peligrosos, que asesora a las empresas sobre cómo tienen que gestionar los desechos», añade su padre.

Seis años después, Juan decidió dar un giro a su vida profesional y probar experiencia en la compañía. «Yo estudié ingeniería naval y había trabajado en Barreras, en Vigo, y en la empresa auxiliar de Navantia Dinaín. La experiencia estuvo bien, pero decidí cambiar de sector y empecé con el tema del reciclaje de residuos en Recinor», explica Juan. Se declara satisfecho con el cambio, debido a que es un mercado novedoso, en el que hay mucho recorrido por explorar, aunque admite que «se sufre mucho, porque cuesta ponerlo a andar y convencer a la gente y a la administración».

Por ello, no duda en destacar de su padre «la perseverancia», la constancia en sacar adelante sus proyectos, aunque sean difíciles. «Los ideales tienen su valor, pero en realidad no valen para nada si no se ejecutan y llevarlos a cabo es lo que cuesta. La tenacidad es un valor, pero quema», añade el empresario, que desde hace un año y medio preside la patronal de la comarca.

También en el 2007 se incorporó Luis, después de estudiar Administración de Empresas en Madrid y tras pasar casi un año en Estados Unidos. Aunque inicialmente sus planes no pasaban por trabajar en el grupo familiar, finalmente se sumó para encargarse de la parte administrativa. «La experiencia es mucho mejor de lo que me hubiera imaginado, ya que te da la oportunidad de poner en práctica todo lo que estudiaste», afirma.

Todos confirman que el trabajo se queda en la empresa y que cuando se reúnen en torno a la mesa familiar ni se habla de los quehaceres laborales. Los cuatro hermanos confiesan sentirse satisfechos en el grupo que fundó su padre, que valora «el verlos a gusto y sabiendo que nadie está aquí obligado. Además, todos han asumido que la empresa es una cosa muy seria, y que cuenta con un equipo de gente muy buena».