«Me hice cofrade tarde; ahora lo quiero ser hasta que me muera»

B. Antón

FERROL

Ángel Feal será el encargado de llevar la cruz guía en la Orden Tercera: «Lo hago para hacer penitencia y también por mi padre»

05 abr 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Ángel Feal tiene 46 años y esta será su segunda Semana Santa como cofrade de la Orden Tercera. Sin embargo, este ferrolano al que no le gusta figurar (y que insiste, una y otra vez, en que no se le vea el rostro al posar para la cámara) siente pasión por las procesiones desde hace mucho más tiempo. Regresando con la memoria a los años de la infancia, cuenta que de niño, y viviendo en Cartagena -adonde había sido destinado su padre-, se quedaba absorto mirando los desfiles. Así que Ángel, para sentirse partícipe de esa devoción, quiso ingresar en alguna cofradía. Pero sus padres no le dejaron. «Es que tenían sus razones, porque yo era muy mal estudiante», apunta sonriente, como queriendo disculparlos.

Los años fueron pasando, uno tras otro, y Ángel siguió disfrutando de las procesiones. Pero siempre desde la barrera. A pie de acera. Hasta que un buen día, hace ahora un año y medio, se cruzó en su camino el hermano mayor de la Cofradía de la Orden Tercera, José Evia, al que Feal conocía desde que era un crío. «Él me animó a entrar en la hermandad y, como yo siempre había tenido el gusanillo, acepté enseguida», relata.

Tercera procesión

Esta tarde, domingo de Ramos, Ángel se vestirá el hábito negro y se ceñirá la faja blanca para tomar parte en la procesión del Ecce Homo: «En la Semana Santa del año pasado solo participé en dos desfiles, así que esta será mi tercera procesión», apunta ilusionado.

Sin embargo, la de hoy será una cita muy diferente a las anteriores. Porque, por primera vez, Feal será el encargado de llevar la cruz guía de la Orden Tercera. Se trata de una cruz muy grande, que el penitente lleva sujeta en la zona del vientre y que, año tras año, recorre las calles de Ferrol en las procesiones del Domingo de Ramos y del Viernes Santo.

«Lo de portar la cruz guía es algo que los cofrades hacen de forma voluntaria: yo este año pedí llevarla para hacer penitencia y también por mi padre», explica Feal. Rodrigo, que así es como se llamaba su padre, falleció en diciembre y él ha querido dedicar el esfuerzo que estos días hará bajo el hábito y el capuz a su memoria. «Lo hago para recordarlo y también para que el de arriba -sonríe tímidamente, mientras torna la mirada hacia el cielo- lo trate bien».

Ángel sabe que lo que le espera esta tarde no es moco de pavo. «Van a ser dos horas cargando con la cruz y la verdad es que no me he preparado nada físicamente, pero creo que aguantaré», dice esperanzado.

Ahora, mirando atrás, Feal se da cuenta de que su manera de ver la Semana Santa ha cambiado mucho desde que es cofrade. «Hay una gran diferencia entre ser un espectador y participar en las procesiones; desde dentro, por ejemplo he podido descubrir el gran respeto con el que la gente va a ver los desfiles», dice el penitente. Se refiere a cosas que ha visto bajo el capuz y de las que antes no se percataba. Cosas como «esa señora que se santigua al ver pasar la Virgen». O ese otro que por fuera despotrica, pero luego, en señal de respeto, «apaga el cigarrillo cuando pasan las imágenes».

Para Ángel, participar en la Semana Santa es un acto puramente religioso. «Lo hago por fe: si no, no lo haría», dice muy serio. Por algo él pertenece al tercio de la Virgen de la Soledad, que tiene voto de silencio. Para él la Semana Santa es recogimiento, pero también penitencia y contrición. Y aunque solo lleva participando dos años en las procesiones, ahora ya no puede darles la espalda. «Me hice cofrade tarde, ya mayor, pero ahora espero seguir siéndolo hasta que me muera».