Con el rey del flamenco mestizo

La Voz

FERROL

02 abr 2009 . Actualizado a las 12:14 h.

El flamenco siempre ha estado ahí. Corriendo por sus venas. Pero él es un barman experto y sabe bien cómo como agitar la coctelera para dar con la mezcla perfecta. Todo cabe en la nevera de Raimundo Amador -desde el rock hasta el blues, pasando por los sones cubanos, los ritmos brasileiros y hasta el rap- y por eso él es el rey del flamenco mestizo.

En un paréntesis de su gira Blueslerías , que el próximo mes de septiembre lo llevará a México, el guitarrista gitano, colaborador de Paco de Lucía y Camarón, hará una parada en Narón para ofrecer un concierto en el que realizará un repaso a su vibrante trayectoria musical.

En la cita, el artista estará arropado por el excelente grupo de músicos que lo suele acompañar en sus giras, así como por dos de sus hijos: el percusionista Raimundo Amador Jr y la cantaora Carmen Amador.

De la calle a la fama

Raimundo Amador aprendió el flamenco en la calle, tocando la guitarra a cambio de unas monedas. Y fue también allí, en ese ambiente, donde entró en contacto con el trabajo de los artistas que tanto le han influenciado a lo largo de su carrera: Jimi Hendrix, Pink Floyd, Allman Brothers, Bob Marley, Santana, y por supuesto, su querido y admirado B. B. King, con quien compartió escenario en más de una ocasión.

Su capacidad para apreciar e interiorizar todo tipo de música le llevó a participar en dos de los primeros proyectos del nuevo flamenco que surgieron en España (el grupo Veneno y Pata Negra) y, después, ya en solitario, siguió explorando las posibilidades de la fusión junto a artistas de la talla de Tomatito, Enrique Morente, Juan Perro o Andrés Calamaro.

Con su duende y su estilo fresco y natural, Raimundo Amador no solo ha alcanzado la fama, sino que también ha conseguido algo muy difícil para los puristas: acercar el flamenco a las generaciones más jóvenes. Y es que, para disfrutar de su trabajo, no hace falta ser un experto en el cante jondo, ni tampoco un apasionado del fandango o las seguidillas. Basta escuchar, sentir la música... Y dejarse llevar.