El mal tiempo da una tregua a una ría de Cedeira vestida de gala para su Virgen

Susana Peña

FERROL

17 ago 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Cedeira amaneció ayer cubierta por las nubes después de una noche en la que cayó un chaparrón de mil demonios. Pero a partir del mediodía, el sol comenzó a abrirse paso en un cielo más que encapotado. Se mantuvo así hasta bien pasada la procesión marítima. Y es que ayer era el día en el que los marineros de Cedeira rendían su homenaje a la patrona de la villa. La Virgen llevaba un año esperando a salir de la iglesia parroquial para dar un paseo entre los acantilados de la ría y no era el momento más oportuno para llover.

Aún así, las miradas en el Nuevo Cristina se dirigían cada poco rato hacia el cielo. Allí, entre el faro de Robaleira y los dominios de San Antonio de Corveiro, el alcalde, José Luis Vergara, lanzó una corona de flores al mar mientras la banda municipal de música de Cedeira entonaba el toque de silencio en memoria de todos los marineros fallecidos, un acto que se siguió desde los 34 barcos que acompañaron a la imagen con absoluto respeto y devoción. El cielo quiso sumarse a este recuerdo: durante unos minutos, mientras las flores yacían ya en aguas del Atlántico, el sol quiso asomarse y dejó sus primeros rayos de luz sobre la ría.

Tras la ofrenda, la Virgen regresó a puerto, no sin antes mostrar su agradecimiento y el de sus tripulantes a las embarcaciones que la escoltaron durante el viaje, como capitán que pasa revista a sus tropas: desde las lanchas más modestas hasta barcos de gran envergadura como el Scaripia, de pesca de altura. Pero antes de bajarse del barco, hubo quien, trompeta en mano, se lanzó a marcarse un punto, y deleitó a los asistentes a ritmo de pasodoble. Hasta el mismo alcalde se animó a dar unas palmaditas.

Y seguía sin llover, con más nubes de lo habitual, pero con un tiempo que invitaba más a la manga corta que a la chaqueta. Lo comprobaron quienes siguieron a la Virgen en procesión hasta la iglesia parroquial. Durante el recorrido, fueron muchos los que se iban sumando a la comitiva, a eso de las dos de la tarde.

Dos imágenes

Ayer Cedeira presentaba dos imágenes totalmente distintas: en una zona de la ciudad, la gente iba y venía de supermercados y tiendas aprovechando un día laboral entre fiesta y fiesta, mientras en la zona vieja y del puerto solo se respiraba ambiente festivo. Prueba de ello fueron las bombas de palenque lanzadas desde la playa de A Magdalena que, por unos minutos al paso de la Virgen, resonaron en toda la sierra de A Capelada.

Desde allí, todo fueron homenajes a la Virgen. Incluso hubo alguna señora que se abrió paso entre los mozos que portaban la imagen a hombros para agasajar a su patrona con pétalos de rosa. Hasta la llegada al templo parroquial. Allí fue despedida con el canto de la Salve y un repique de campanas que no dejó indiferente a nadie. El año que viene volverá a salir a la calle.