Mantillas y corbatas para honrar a la Virgen en Ortigueira

Susana Peña redac.ferrrol@lavoz.es

FERROL

30 jul 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Santa Marta sale a la calle. Repican las campanas en Ortigueira. Y tanto. Llevan un año esperand este momento, el de sacar a su patrona a las calles. Después de dos días de celebraciones, ayer le tocó el turno a la devoción religiosa y varias decenas de hombres esperaban ante el templo local para portar a hombros a su santa, que salió a la plaza bajo un sol de justicia. Desde los más pequeños hasta los más entrados en años; desde los más oriundos hasta los que acaban de aterrizar en la villa y que ya se empapan del espíritu del lugar. Entre ellos, muchos madrileños. Son mayoría en estas fechas en Ortigueira y acuden a los actos como uno más. Algunos ciudadanos ilustres de la villa no se dejaron ver durante la mañana de ayer, pero sí fueron avistados en la noche del lunes en los lugares con más ambiente festivo. Como María Patiño. La periodista sí estuvo en Ortigueira. Pero ayer, ni rastro de ella en la comitiva que siguió a Santa Marta por las calles del casco urbano de Ortigueira, encabezada por el alcalde, Rafael Girón, y al que siguieron varios miembros de la corporación municipal y representantes de la vida social de la localidad.

Música, música y más música. En esta edición de las fiestas de Ortigueira puede faltar de todo menos la música. La hay, y por doquier: bandas musicales, de gaitas, españolas, portuguesas... No se esperaba menos para la cuna del sonido gaitero gallego. Sin más, la coral polifónica se encargó ayer de la misa, las campanas hicieron lo propio al paso de la patrona, y la banda municipal tomó después el testigo para recorrer las calles y amenizar la sesión vermú y la tarde-noche en el Cantón. Casi nada. Pero ya el martes, hasta en el último rincón de Ortigueira se escuchaban los sones gallegos. El tradicional desfile y posterior festival de bandas inundó las calles de gente. A la cabeza, sin duda, la escuela de gaitas. Los anfitriones no defraudaron. Era de esperar de quienes llevan más de 30 años conservando la seña de identidad más importante de Ortigueira. Y los vecinos, tan contentos.

Los dos mundos. Pocos lugares hay en el mundo en los que se pueden ver dos mundos totalmente distintos con un margen de apenas un par de semanas. Son las dos Ortigueiras: una, la de las rastas, las acampadas y la ropa desenfadada -esa imagen que traspasa fronteras y llega hasta los territorios celtas de mayor arraigo de Europa- que cada verano se convierte en destino de peregrinación de miles de entusiastas de las gaitas y el folk. La otra, la que se está viendo en la villa durante esta semana: turistas y lugareños de corbata, mujeres con mantilla y niños vestidos de primera comunión para honrar a su patrona, escoltada, eso sí, por algún miembro de la Benemérita que observa las banderas de España en los balcones y terrazas del Cantón. Tradición, raíces y una estampa más propia de la España cañí que de una villa marinera. De esta forma, Ortigueira se viste de fiesta para mostrarle devoción a su patrona: en terrazas, cafeterías y restaurantes se lucen trajes impolutos y vestidos de cóctel. Hace un par de semanas, el Malecón también era escenario de reuniones, pero de otro signo: allí no había ni corbatas ni tacones. O al menos, no se distinguían entre la multitud.

¿Quién piensa en Marbella? Pero sin duda, las mejores galas se podrán ver el próximo viernes, cuando el gran baile pondrá el colofón a seis días de jolgorio colectivo. La Sociedad Nuevo Club organiza cada año esta cita en los jardines de la localidad para sus socios más selectos que, con toda probabilidad, será una de las citas más exclusivas y glamurosas del verano en Ortigueira. Y a los que les vayan mejor otros ambientes, el pinar de Morouzos será un punto de encuentro más informal que acogerá la gran jira campestre de este año. Con estos planes... ¿alguien envidia todavía la movida marbellí?

Recuerdo. Como en Ortigueira las fiestas son para todos, en la memoria estará hoy el recuerdo de los emigrantes. La misa criolla estará dedicada a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba. Y para ello, será la banda portuguesa Velha União Sanjoanense, de Aveiro, la que pondrá la música a las celebraciones. El estruendo de la pólvora resonará en toda la sierra de A Capelada al paso de la procesión, al igual que lo hizo ayer, y los orteganos volverán a salir a la calle de fiesta. Lo cierto es que propuestas ha habido para todos los gustos durante los últimos días y las habrá en lo que queda de semana en Ortigueira. Desde el domingo, cuando los viandantes disfrutaron del espectáculo La invasión pirata que divirtió a pequeños y, también, por qué no, a los más maduritos, mientras el historiador Luis Alonso Santiago rememoraba durante el pregón aquello ante lo que muchos de los presentes asentían mientras escuchaban sus palabras: «La nostalgia que se siente, de forma especial en estas fechas, cuando estás lejos...». Ayer, la actividad en la villa se paralizó durante unas horas. En la mente de todos solo había sitio para la fiesta: las preocupaciones, para otro día. Era lo que ayer se respiraba en el ambiente de este rincón de la comarca del Ortegal. Hoy, los servicios y el comercio continuarán, pero bajo mínimos. Las fiestas son las fiestas: sagradas para todos, creyentes y no creyentes. Y también, son una buena oportunidad para mejorar las relaciones sociales. Especialmente si es verano y el tiempo acompaña. En Ortigueira.