De Monfero a una gran cadena de la República Dominicana

FERROL

Abelardo Iglesias dirige una de las empresas con mayor tradición ferretera en el Caribe. Y ello sin olvidar sus raíces

06 jul 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Razones políticas y económicas movieron a varias generaciones de españoles, entre ellos muchos gallegos, a dejar su tierra y embarcarse en un viaje lejano en busca de oportunidades. Pero no todos los emigrantes que ahora mantienen viva sus raíces españolas -y gallegas- por todo el mundo decidieron dejarlo todo como única vía a salir adelante.

Otros lo hicieron empujados por campañas gubernamentales para cooperar en otros países. Es el caso de Abelardo Iglesias Silvar, un vecino de Monfero que decidió en 1955 participar en una campaña promovida por el presidente dominicano para impulsar una reforma agraria en este país. Hoy, 53 años después, tres hijos y una vida asentada en República Dominicana, es dueño junto a otro emigrante español, de una de las empresas de mayor tradición en la venta de artículos ferreteros del país.

Pero antes de la estabilidad que a día de hoy ha conseguido con Ferretería Bellón, Abelardo tuvo que hacer prácticamente de todo: este hombre original de San Xurxo de Queixeiro, una parroquia de la localidad coruñesa de Monfero, fue maestro, fotógrafo, herrero y vendedor de piezas de arte; un recorrido en el que, según cuenta su hijo pequeño, Carlos, «tuvo que esforzarse por ganarse su sustento». Y tanto que fue así.

La campaña agrícola anunciada, que le hizo salir de A Coruña en el barco Auriga con destino a Santo Domingo «lleno de sueños, sin dinero y con una maleta de madera que todavía adorna la casa», no pudo llevarse a cabo, porque las condiciones de la tierra en el momento no eran buenas «y lo ofertado no fue cumplido»; y entonces Abelardo tuvo que buscar otras salidas en su nuevo país de residencia. Así, trabajó de profesor de niños y jóvenes, «atendiendo a una necesidad de la zona que no contaba con colegio».

En su tiempo libre hizo de fotógrafo en bodas, cumpleaños, bautizos y demás festividades. Su hijo cuenta que esta idea surgió gracias a una pequeña cámara que le acompañó en su viaje. Estos años fueron los más difíciles de este gallego, porque todo lo que ganaba lo guardaba «por si tenía que regresar».