En busca del juguete sin amenaza tóxica

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CÉSAR TOMIL

Crónica | Investigación en el campus El grupo de polímeros trabaja junto con la Asociación de Jugueteros de Ibi para determinar la composición idónea del material de los entretenimientos para bebé

20 may 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

?uede que en la composición de los juguetes de un bebé que nazca dentro de cinco años haya tenido mucho que ver una de las investigaciones que actualmente se están desarrollando en el campus de Ferrol. A través del grupo especializado en polímeros, el Centro de Investigacións Tecnolóxicas (CIT) trabaja en una iniciativa para determinar los niveles de riesgo de ciertos componentes que se encuentran en algunos juguetes de plástico para niños pequeños. El proyecto está promovido de forma conjunta por el CIT y la Asociación de Jugueteros de Ibi (Alicante), uno de los grandes centros del sector en la región levantina. Desde hace tiempo, las dos partes ponen en común sus aportaciones con el objetivo final de minimizar la peligrosidad de los juguetes que los bebés pueden morder. «La idea es adelantarse a la normativa», explica María José Abad, una de las investigadoras del grupo. Tanto ella como sus compañeros se dedican básicamente a identificar la presencia y el volumen de un elemento denominado aditivo, presente en el plástico con el que se elaboran los juguetes. Se trata de un componente necesario para el proceso productivo; sirven para manejar el material y darle la forma apropiada, para evitar su deterioro con el paso del tiempo... Concentración excesiva El problema aparece cuando la concentración de estos elementos es excesiva: a partir de ese límite, el juguete deja de ser apto para el uso de un niño de entre cero y tres años de edad. «Cada aditivo tiene una cantidad límite, y eso es lo que estamos estudiando, porque a partir de ese límite, el aditivo puede migrar del plástico a la boca del niño», explica María José Abad. «Es la legislación la que tiene que establecer los límites correspondientes. El problema es que por ahora está muy poco avanzada, al contrario que en los plásticos que están en contacto con alimentos, donde hay una normativa más detallada». Pese a que la gente del grupo de polímeros lleva ya muchos meses trabajando, el proyecto todavía está lejos de haberse completado. En una fase posterior, se aplicarán los niveles adecuados a los diferentes productos de los jugueteros, en función de la materia con que se haga cada objeto y otras variables. «Lo que interesa es estar preparados para saber cómo se puede utilizar cada uno de los materiales», concluye Abad.