La vieja iglesia de San Julián

Margarita Sánchez

FERROL

JOSÉ PARDO

Reportaje | Así era el templo anterior a la actual concatedral de Ferrol Tras cinco años de investigación y miles de documentos leídos sobre la materia, la autora revela la ubicación del ya desaparecido edificio y define cuál era su aspecto exterior

03 abr 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

En los cinco últimos años he realizado la investigación sobre la concatedral de San Julián enmarcada en el proceso de ejecución de su plan director. Actualmente sobrepasa los 2.600 folios. A esto se añaden todos los trabajos publicados desde 1985, especialmente en Estudios Mindonienses sobre Ferrol antes y también después del siglo XVIII. Hay también que sumar el trabajo relativo a toda la ría desde el siglo XVI incluido en la investigación realizada sobre la historia del castillo de La Palma (recién concluida y entregada y de unas 500 páginas aproximadamente), para la que he leído miles de folios de documentación. Todo referenciado. Las obras realizadas por instituciones militares y controladas por el gobierno en el siglo XVIII generaron una documentación minuciosa, que posibilita su conocimiento hasta extremos sorprendentes. Iré sacando a la luz datos sobre la iglesia actual -y secretos que esconde en algunas partes- revelados por la lectura de miles de documentos de archivos, entre los que destacan, por la abundancia e interés, los de Simancas, Viso del Marqués y Municipal de Ferrol, además de otros en menor medida, como el Militar de Segovia, el Centro Geográfico del Ejército, etcétera. No solamente he documentado la historia del edificio, sino de la iglesia en todos los aspectos de su contexto. Existen datos económicos para hacer una estimación de su costo actual tras el análisis de una serie de variables surgidas en el transcurso de la obra y de la aplicación de los índices correctores de los precios y salarios actuales. Últimamente ha despertado interés la vieja iglesia de San Julián. Con respecto a un edificio desaparecido nada puede afirmarse sin apoyo documental y aún así es necesario incluir un margen de «duda razonable» condicionada a los tres tipos de información imprescindibles: gráfica, escrita y arqueológica. Plantear hipótesis Más que afirmaciones rotundas, lo que cabe es plantear hipótesis, hacerse preguntas, esbozar respuestas y, cuando aparece algo que demuestra incontestablemente una hipótesis, rectificar o ratificarse -según sea el caso- y alegrarse por un avance que enriquece a todos. Si el ser humano está donde está es porque se hace preguntas. Se equivoca en las respuestas, pero sigue haciéndose las preguntas. Son éstas las que nos distinguen y nos conducen al conocimiento. En esta ocasión me referiré brevemente a unos ejemplos de la aportación gráfica. De aquel edificio se conserva un plano de Sánchez Bort que da poca información porque presenta solamente el perfil o contorno exterior y no la planta. Por él y por los miles de documentos leídos, sabemos donde pueden aparecer sus restos. Otra información gráfica pertenece a la capilla de la Trinidad, de la que también hay una minuciosa descripción escrita, pero es solamente una parte del conjunto. Hay dos importantes dibujos de toda la ría de Ferrol y sus núcleos de población. Uno de es de 1639 y el otro de 1735. Dos versiones Del primero que en 1639 envía el marqués de Máncera al Conde Duque de Olivares hay, al menos, dos versiones con pequeñas variaciones. El principal problema es que, en principio, no parece fiable, sino más bien un croquis indicativo con errores visibles. Se pueden enumerar algunos de ellos: el castillo de La Palma presenta una planta que no coincide con la realidad histórica que ya conocemos después de haber concluido su estudio, el convento de San Francisco aparece lejos de la calle de su nombre, en el lado contrario y la iglesia de San Julián está orientada al norte, cosa muy poco probable, mientras que la de San Francisco parece orientada de este a oeste. Y una de las copias confunde este-oeste y sitúa este último hacia el río Jubia. En mi opinión es, en principio, más fiable el de 1735, que abarca toda la ría de Ferrol con un perfil y orientación prácticamente exactos. Recoge con rigor la capilla de San Cristóbal, la de la Virgen de Chanteiro, un molino de viento en La Graña, la iglesia de Sante Ma de Caranza, etcétera. Ubica casas, personas y animales, además de las instalaciones militares que, lógicamente, es la parte que interesaba más a los ingenieros militares encargados del proyecto para la ría y el puerto de Ferrol en el siglo XVIII. Todos sabemos que en los planos de los ingenieros militares la exactitud va pareja con la belleza. Pues bien: en ese plano, en Ferrol, aparece una edificación adosada a la cabecera de la vieja iglesia en el lado sur, con cubierta propia, que parece identificable con la capilla de la Trinidad, de la que sabemos que estaba en el lado sur, inmediata a la capilla mayor. La fachada presenta una puerta en arco de medio punto y un óculo pequeño en la parte superior. La iglesia es orientada: su puerta mira al oeste, a la boca de la ría. En el lienzo sur otra hay otra puerta en arco y dos ventanas. Desde la zona de la cabecera arranca un campanario de planta cuadrada y con dos cuerpos de alto. Desde lo que parece un arco situado a la derecha, arranca la calle de San Francisco. El convento está perfectamente ubicado en el extremo de la cuesta. El plano de Bort La exactitud induce a pensar que éste era el aspecto de la vieja iglesia, pero queda el escollo de que su perfil no coincide con el plano de Bort. Es posible que no haya contradicción entre los planos de 1639 y 1735, pues pueden pertenecer a etapas diferentes. Es posible que en 1639 aún existiese una anterior capilla de La Trinidad, que pudo ser modificada un tiempo después de acceder a su patronazgo la casa de Mandiá. También es muy posible que hubiese un sencillo campanario hacia la fachada, pero no lo es menos que, en pleno barroco, se levantase un nuevo campanario en la iglesia. Si cuando el parroco escribe que se ha derrumbado la fachada no dice nada del campanario es, tal vez, que no estaba en la fachada. Es posible porque las obras no duran eternamente, sino que se deterioran, se arreglan y se transforman. Confieso que aún no sé como era exactamente la iglesia. Próximamente me referiré a la aportación escrita. Margarita Sánchez es historiadora