Las más altas autoridades de la vida pública gallega subrayaron su valía profesional y humana Fraga alabó su compromiso con el capital autóctono pese a las ofertas que «chegaron de fóra»
26 feb 2005 . Actualizado a las 06:00 h.?l cálido homenaje que ayer tributó Iniciativa Empresarial del Noroeste al empresario Roberto Tojeiro reunió en el Pazo Libunca a 300 personas, entre ellas destacadas personalidades políticas, como el presidente de la Xunta, Manuel Fraga, los conselleiros de Economía, Innovación y Presidencia, Xosé Antonio Orza, Juan Rodríguez Yuste y Xaime Pita, respectivamente, y el anterior presidente del Consejo de Estado, Manuel Romay Beccaría. El presidente de la Diputación Provincial, Salvador Fernández Moreda, alcaldes de diversos concellos, el presidente y el director general de Caixa Galicia, Mauro Varela y José Luis Méndez; el ex-rector de A Coruña, José Luis Meilán Gil, y el actual, José María Barja, así como representantes de compañías, de diversas entidades financieras y directivos y trabajadores de su grupo de empresas participaron en el acto de imposición de la insignia de oro de la entidad. Manuel Fraga subrayó la capacidad del industrial pontés por adaptarse a las condiciones de un mercado globalizado. «Coñecedor destas circunstancias, a aposta de Roberto Tojeiro por Galicia non deixa lugar a dúbidas, ao optar pola continuidade do capital autóctono, pese ás ofertas que chegaron de fóra». El titular del Gobierno autonómico agradeció especialmente al presidente de Gadisa su empeño por materializar la planta de gas de Mugardos, «clave na estratexia enerxética da Xunta de Galicia». El presidente de Iniciativa Empresarial del Noroeste, Manuel Pérez Pérez, subrayó la calidad humana del presidente de Gadisa, del que destacó su esfuerzo, tenacidad y entrega, lo que constituye «un ejemplo a seguir» para los empresarios de la comunidad. Un emocionado Roberto Tojeiro aludió a la importancia de los empresarios como generadores de empleo y de riqueza. Recordó que Vigo superó una crisis similar a la que padece Ferrol -por su excesiva dependencia de los astilleros públicos-, «y se recuperó incluso más» porque contaba con «semillas» de pequeñas y medianas industrias de diversos sectores.