
El biólogo Manuel E. García Blanco, creador de la empresa de imagen subacuática Bioimaxe, con la que logró dos de los considerados Goyas del cine submarino, y gran observador del medio marino gallego, alerta sobre los peligros de desconocer el hábitat y las especies de los mares y de los ríos gallegos
07 feb 2019 . Actualizado a las 13:02 h.Tras años de esfuerzo por dar a conocer la riqueza de los fondos marinos gallegos y de insistir en la necesidad de su conversación, el biólogo Manuel E. García Blanco, vinculado a instituciones científicas de Vigo (durante 12 años trabajó en el Centro Oceonográfico), y cofundador de Bioimaxe, una firma nacida en el 2004 y dedicada a captar imagen subacuática, cree que se han dado pasos positivos en el ámbito de la protección aunque subraya que aún queda «mucho camino» por recorrer. El documentalista, que ha recibido numerosos premios nacionales e internacionales (dos de sus trabajos han sido reconocidos en el Ciclo Internacional de Donostia, los considerados Goya del Cine Submarino) por material gráfico de uso científico y didáctico y que formó parte del equipo que logró grabar por primera vez el comportamiento caníbal de los pulpos, pone el foco en la necesidad de que los gallegos conozcan y valoren la riqueza de la biodiversidad que les rodea.
Experto en los ríos gallegos, a los que les dedicó el documental Os mares doces de Galicia, el biólogo marino enfatiza que en los cauces de la comunidad perviven especies que están desapareciendo en el resto de Europa.
-En la Galicia de los 10.000 ríos, ¿son estas corrientes de agua las grandes olvidadas?
-Lo cierto es que los ríos, nuestros mares dulces, están bastante degradados y olvidados. Como traté de trasladar en ese documental, son como una extensión del medio marino hacia la tierra por la que circulan importantes especies migradoras, como las lampreas, el salmón o la anguila. Además, y más allá del interés gastronómico de muchas de estas, en ellos perviven poblaciones de mucha importancia ecológica. Por ejemplo, aún se conservan destacados ejemplares de mejillones de río, conocidos como madreperlas, bivalvos muy longevos y que en el resto de Europa están desapareciendo debido a la contaminación y alteración de su hábitat.
En los ríos gallegos hay una biodiversidad enorme pero sobre ella hay un gran desconocimiento, incluso para la gente que se dedica a la imagen.
-¿Cómo se podría revertir esta laguna?
-Es muy importante que desde los colegios se fomente el estudio de las especies que conviven en los ríos o de su propio funcionamiento; no solo aprender dónde nacen o dónde mueren. Se debe tomar como un asunto prioritario, para que se vea la importancia que tienen en Galicia. Si se sabe lo que hay en los ecosistemas marinos y fluviales, se pueden despertar conciencias. Por el contrario, lo que no se conoce, no se valora ni se protege.
-¿Cuáles serían las principales amenazas para los ríos?
-Aparte de la contaminación, influyen cierta estructuras, como las presas. En el caso del Miño, antes llegaba hasta Meira pero ahora, como ecosistema, solo llega a 80 kilómetros de la desembocadura, que es donde está la presa de Frieira. De ahí para arriba no funciona como ecosistema fluvial. En algunos ríos incluso se está llevando a cabo la demolición de pequeñas presas para permitir que vuelvan a ser ríos y dejen de ser simplemente cursos de agua. Es muy importante que los ríos vuelvan a ser ríos y no simples canales fluviales.

-¿Hay más conocimiento sobre el mar?
-En general, el medio marino y el fluvial gallego son bastante desconocidos para los gallegos, que a veces saben más sobre mares de otros sitios, como del Mediterráneo. A muchos les sorprende, por ejemplo, que en nuestros mares haya caballitos de mar, que suelen asociar a mares cálidos.
Eso sí, notamos, a partir de que creció el número de centros de buceo, que cada vez hay más gente de fuera que valora y viene a Galicia a admirar la fauna y los ecosistemas que tenemos. En nuestros mares, por ejemplo, se pueden ver ciertas comunidades biológicas a una menor profundidad que en otras zonas. Al ser aquí las aguas más oscuras, el hábitat de muchas especies como esponjas, cnidarios o briozoos se encuentran a profundidades asequibles para los buceadores. Es importante dar a conocer lo que pasa, ponerlo en valor a nivel ecológico, y no solo gastronómico, lo que favorece el ecoturismo.
-Uno de sus trabajos más reconocidos fue el documental Mareas Vermellas que trata de explicar de manera atractiva las causas y efectos de estos episodios. ¿A pesar de ser un fenómeno habitual en las rías gallegas, aún hay cierta confusión sobre el mismo?
-Sí, lo que nos movió a llevar adelante este trabajo fue el desconocimiento que aún existe. Quisimos, de una forma divulgativa y accesible para todos los públicos, explicar que las mareas rojas no tienen por qué ser tóxicas y que no todas las nocivas causan color en el agua. El tono didáctico y el haber apostado por un fenómeno oceonográfico complejo, difícil de demostrar y que aún es casi un tema tabú, por las implicaciones económicas que conlleva, fue lo que el jurado valoró en San Sebastián. En general, quisimos despejar dudas sobre el fenómeno y poner en valor que haya investigadores en Galicia, por ejemplo en el Centro Oceonográfico de Vigo, con mucha experiencia sobre el tema y enorme consideración a nivel mundial.
Llegará un momento en que haremos una versión 3.0 de este documental porque durante los dos años de grabación no hubo mareas rojas que «pintasen» el mar. Con el material recopilado con la que, por ejemplo, hubo el verano pasado, es posible que lo llevemos adelante.
-Otro de sus documentales premiados se centró en el choco de Redondela. Un trabajo que, además de mostrar la vida del cefalópodo, destaca la ensenada de San Simón, en la ría de Vigo, como un ecosistema muy importante
-Sí, tanto esta zona como la que rodea a la isla de Toralla, en Vigo, son hábitats muy densos, con mucha biodiversidad. En ambos lugares hay grandes praderas de zostera marima, una plata superior, muy importante a nivel ecológico en el medio marino. Las hembras de los chocos la localizan allí y, por eso, al empezar el invierno, mucha población de estos cefalópodos acceden a la ensenada, porque es un lugar propicio para la reproducción y alevinaje para esta especie.
Lo negativo y dañino es que hay poca protección y conservación de la zostera. Cada año, cuando empieza la campaña marisquera, se degrada este ecosistema.
-¿Cree que debería haber zonas intocables?
-Sí, la figura de reserva marina protegida, importante para poder cerrar el ciclo biológico de muchas especies, existe en otros sitios, en otras zonas de España, pero en Galicia realmente no existe. Está la reserva de Lira pero, desde mi punto de vista, a efectos prácticos no existe. En el parque nacional, por ejemplo, no hay ningún centímetro cuadrado del medio marino que esté protegido.

-Con su experiencia de más de 30 años, ¿cuáles son los principales peligros para los océanos?
-Más allá de todo lo que conlleva el cambio climático, es muy negativa la alteración del hábitat, con estructuras portuarias por doquier. No hay, además, un control exhaustivo sobre las especies invasoras, una amenaza ecológica importante y que a nivel mundial se considera como el segundo factor que degrada los ecosistemas. Más allá de todos estos factores, está el plástico, cuya degradación provoca su fragmentación y liberación de componentes químicos que amenazan la salud del ecosistema marino en general. El impacto real de este peligro aún se desconoce por completo. La procedencia del plástico es principalmente de su uso en doméstico e industrial, pero hay un aporte importante por parte del sector pesquero y acuicultura. Es cierto que cada vez hay más sectores de la sociedad concienciados e implicados pero aún nos queda muchísimo por andar. La degradación va a más.
-¿Cómo lleva adelante su trabajo?
-Para grabar un documental de este estilo se necesita mucho trabajo en tierra, mucha documentación y lectura y tener contacto con el sector del mar. Poco a poco se va cerrando el tema y a partir de ahí, lo prioritario es insistir y tener paciencia. Si se quiere, por ejemplo, grabar una cópula del choco, hay que ser conscientes que uno tiene que estar en enero en el mar. Las imágenes buscadas se consiguen a base de estar día tras día y de ir a zonas donde potencialmente puede pasar lo que se persigue y hacer ahí guardia. Pero no hay duda de que el esfuerzo y la dedicación compensa a nivel personal. Piensas «¡lo logré!», algo que siendo biólogo es un auténtico premio. El banco de imágenes que generamos los que nos dedicamos a este ámbito es enorme pero muchas veces se queda ahí, en banco de imagen, no tiene salida.
-Además de la futura versión sobre el documental de las mareas rojas, ¿tiene Bioimaxe otro proyecto en mente?
-Sí, estamos pensando en un documental sobre la playa como ecosistema, a nivel ecológico. La gente del buceo normalmente lo hace sobre fondos rocosos pero pocas veces lo practica en la arena y la verdad es que ahí hay muchísima vida, comportamientos muy variados. El tema del mimetismo o del camuflaje está a la orden del día y salen cosas espectaculares. La película de Leonardo DiCaprio era La playa. Lo nuestro sería A praia (ríe). Tenemos ya mucho material grabado pero dependemos de la financiación para poder culminar el proyecto.