Los falsos mitos más extendidos sobre el reciclaje

FAI GALICIA VERDE

PACO RODRÍGUEZ

Las excusas comunes para eludir la responsabilidad medioambiental de cada ciudadano

24 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La lista de falsos mitos y leyendas urbanas instalados en la sociedad actual es tan extensa como a veces insólita. El reciclaje no escapa a ciertas teorías propagadas a menudo como excusas para eludir la responsabilidad medioambiental de cada ciudadano a la hora iniciar la cadena que dará nueva vida a los productos. Los propios beneficios ambientales, sociales y económicos desmontan por sí mismos los falsos mitos. Ni otros países pagan a los ciudadanos por separar los residuos ni se mezclan los desechos de los camiones: estos son los diez bulos más extendidos sobre el reciclaje.

Es un engorro en casa

Bastan tres bolsas: una para orgánico, otra para envases y otra para papel. Cada persona no «recicla», pero sí tiene la llave para arrancar el motor que hace funcionar el engranaje del reciclaje, esto es, la separación de los residuos en cada domicilio es indispensable para clasificar después los materiales y darles un nuevo uso. Gracias a ese pequeño gesto se ahorra energía, agua y materia prima. Y en ciertos casos, como el del vidrio, su reutilización es del 100 % del material.

No tiene repercusión económica directa

La actividad de la gestión del reciclaje de envases domésticos genera, según la organización medioambiental sin ánimo de lucro Ecoembes, más de 42.600 puestos de trabajo en España, 9.400 de ellos de forma directa.

Es más caro reciclar que fabricar con nuevas materias

El servicio de recogida de basura cuesta dinero, sí. También las plantas de gestión. Pero las cuentas y los beneficios inclinan la balanza a favor de los productos reciclados porque no sólo se ahorra energía y agua, sino que también se reducen las materias primas utilizadas y, por extensión, la energía y la contaminación originadas en la obtención del material.

El esfuerzo no vale la pena

Como se ha mencionado, los beneficios medioambientales y económicos dicen lo contrario: sí vale la pena. Cuesta menos reciclar que fabricar un nuevo producto y es menos agresivo con el medio ambiente.

El camión de basura mezcla el contenido de los contenedores

Falso. Eso no exime de posibles malas prácticas que, no obstante, son perseguidas por los gestores y que deben ser denunciadas en caso de presenciar acciones así. Lo cierto es que los camiones de basura tienen un sistema bicompartimental en su interior, lo que hace posible la recogida de diferentes residuos sin que se mezclen en el contenedor del vehículo.

En la planta de reciclaje se junta todo

Otra falacia. Aunque, efectivamente, es inevitable que los residuos puedan contaminarse entre sí. Es decir, que lleguen con impurezas a la planta, pero es en este punto del proceso donde se eliminan por métodos manuales -y también mecanizados- previos a su tratamiento para ser reutilizados como materia prima.

La calidad de los productos es peor

Falso también. Materiales como el vidrio, el aluminio y ciertos tipos de plástico pueden ser reciclados de forma ilimitada sin perder ni un ápice de calidad.

Se produce más contaminación al transportar los materiales reciclables por todo el país

No es cierto. Según ejemplifica Ecoembes, «se produce la misma contaminación transportando los residuos a los vertederos que a las plantas de reciclaje». Por otra parte, los depósitos de materiales reciclados hace posible la coordinación para limitar los viajes y hacerlos con grandes cargas.

«Ya pago una tasa. Que se encarguen»

La recogida selectiva no se financia con las tasas de basura, en los municipios donde las hay. Es el pago de las propias empresas que colocan envases domésticos en el mercado las que financian esa actividad a través del pago del llamado «Punto Verde». Con esos ingresos, sistemas de gestión como Ecoembes o Ecovidrio financian las recogidas selectivas que realizan las entidades locales.

En otros países pagan por reciclar

Al contrario. Otros modelos como el de Alemania o Noruega incluyen un contenedor adicional, el Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR), en el que los usuarios pagan por adelantado y recuperan el importe cuando depositan los envases de bebidas. El dinero solo se reintegra si el envase se devuelve en perfecto estado. Una abolladura, y la máquina lo rechaza.